viernes, 8 de mayo de 2009

Mi segunda lengua



Hace casi 26 años que vine de Madrid a Bizkaia.

El paisaje me cautivó enseguida. Era julio y todo se veía verde y muy bonito.

Cuando llegué al caserío donde iba a pasar dos meses de vacaciones la familia de mi novio me aceptó muy bien.

El contratiempo que hubo al llegar allí fue con la abuela de mi pareja: no sabía castellano, por lo que era difícil comunicarse con ella.
Sabía palabras sueltas, pero nada de frases formadas ni algo más complicado.

Ella no fue a la escuela y vivió todo el tiempo allí. No salió nunca de la comarca donde vivía. Con la gente que se relacionaba no le hizo falta saber otro idioma, por lo que no lo aprendió.

Puede ser que hubiera algo de terquedad a no cambiar de costumbres, pero sobre todo lo que había porque era su lengua de siempre, en la que mejor se expresaba y se sentía.
Y también por no tener que hacer algo que ella no deseaba.

Murió sin aprender castellano, y creo que de esa zona era una de las pocas que había en esa situación.

En la época de Franco se prohibió el euskera y a los chicos que lo hablaban se les castigaba y pegaba.

Hubo chicos que por miedo a eso dejaron de hablar en su idioma de siempre y empezaron hacerlo sólo en castellano.

También han habido casos, en que de niños no sabían el castellano y lo tuvieron que aprender. Después, cuando han tenido hijos no les han hablado en euskera, sólo lo hacían en castellano.
Decían que el castellano les valía para todo, y así renunciaban a una parte importante de sus raíces y lo que es más triste, a sus hijos les ha quitado una parte que ellos tuvieron desde niños que es la lengua propia, la que forma parte de su tierra y sus raíces.

He conocido a chicos en esta situación y que luego han querido aprender euskera porque sus padre no han querido enseñársela de niños, habiendo sido la lengua de ellos.
Estos chicos ya no podrán sentir el euskera de la misma forma. Habrán perdido algo muy importante que les hubiera correspondido tener desde siempre por pertenecer a esa familia.

...Y hubo otra gente que, aún habiendo aprendido el castellano en la escuela y hablarlo en clase, nunca renunciaron al euskera.
Esta gente a pesar de recibir los cachetes por hablar en su idioma nunca dejaron de hacerlo.
Lo hacían por convicción, porque formaba parte de sus raíces, de su sangre,…

La lengua de uno, el idioma en el que uno piensa y se expresa desde chico es una parte muy importante en la formación de la persona.


Dentro de lo que es cada uno es importante la lengua con la que una persona se identifica, la que tenemos desde que nacemos. Las primeras palabras de cariño de los padres expresados en esa misma lengua.

Cuando llegué al caserío enseguida me di cuenta que era yo quien tendría que aprender euskera si quería hablar con la abuela.

Y lo que es más importante:
No podía permitir que toda una familia cambiara de idioma por mí.

Nadie me impuso aprender euskera, es cierto que a veces sentía impotencia el no poder entenderles y expresarme como deseaba, pero poco a poco fui aceptándolo y ahora ya forma parte de mí.

Al principio, la abuela y yo hablábamos como indios para entendernos, era una mezcla de los dos idiomas. Eso sí, siempre sabíamos lo que deseaba la otra.
Esta mujer era de mucho carácter y con genio. Cuando me alteraba yo le saltaba la parrafada en castellano y así me desahogaba. Ella hacía lo mismo conmigo, pues me decía de todo en su lengua.
A mí me llamaba “maqueto”, así se les llama a los que vienen de fuera. Por lo menos allí sucedía.

Ahora nadie de aquí puede llamarme maqueto. Ya formo parte de ellos y me he integrado como una más.

Es cierto que fue duro el aprendizaje, sobre todo en una lengua tan diferente al castellano.
Pero lo que es más cierto es que ha merecido la pena.

El saberlo me ha servido para relacionarme con la gente sin tener que obligarles a cambiar de idioma, me ha servido para dar clases.

…Y sobre todo y lo más principal:

Me ha servido para poder hablar con mis hijos y permitir que su lengua materna sea también el euskera.

Si yo no hubiera aprendido euskera, ellos conmigo habrían tenido que hablar el castellano y con su padre euskera.
Y cuando estuviéramos todos juntos en la mesa? Imagino que para entenderlo yo tendrían que hablar castellano y ya les obligaría a ellos a hablar en un idioma diferente al suyo.

Estoy segura que el que quiere y pone interés puede aprenderlo. Es difícil pero no imposible, es cuestión de poner empeño y quitar el sentido del ridículo a meter la pata cuando se habla. Porque lo que es seguro es que meter la pata en este idioma cuando se empieza es de lo más corriente. Yo aún la sigo metiendo y no por eso dejo de hablarlo.

Siempre he hablado con mis hijos en euskera y con la gente de aquí que así lo desea y se dirige a mí en esa lengua.

Y ahora quiero llegar a una parte muy importante de mi pensamiento y uno de los motivos de escribir esto:

Yo sé euskera y lo hablo.
Mi euskera aprendido no es el de la escuela, no es el batua que se habla en la tele. Es el euskera que escucho aquí entre la familia, el de la calle, el de la gente que me rodea, el del día a día, y es que hablamos en casa.
Es más cercano, más nuestro.


Al principio del aprendizaje lo intenté con algún diccionario y tomando apuntes, pero tuve que desistir, pues se diferenciaba a lo que ellos hablaban.
Yo preguntaba con mi mentalidad de maestra para comprenderlo mejor.
Ellos lo hablaban de siempre, pero no podían explicarme cómo se construían las frases, ni el por qué eran de esa forma.
Ellos hablaban en un dialecto, el vizcaíno, pero encima era bastante cerrado, comiéndose palabras al formar frases y con unas expresiones que costaba entender aún mirando el diccionario.


Así que dejé los libros y abrí mi mente. De tal forma que acabé hablando como ellos y es por eso que la gente, que no me conoce de antes, cree que soy de aquí desde siempre.

Aparte de eso, yo pienso en castellano. Mi lengua materna es el castellano y no puedo ni voy a renunciar a eso.

Yo respeto a los que hablan esta lengua maravillosa.
Lo respeto de tal forma que la he aprendido y la hablo con ellos.

Una de las cosas mejores que he logrado aquí y de las que me siento más orgullosa, aparte de mis hijos que son el motor de mi vida, es el haber aprendido euskera y el haber conseguido que formara parte de mi vida diaria.

Hablar euskera no me cuesta, pero escribirlo ya me cuesta más y sobre todo si tengo que hablar de sentimientos.

Me hubiera gustado haber escrito mi blog en euskera, pero me habría sido imposible.
Las palabras las podría poner pero el sentimiento no lo podría reflejar.


Yo pienso en mi lengua materna que es el castellano y tendría que traducirlo para ponerlo aquí.

Cuando hablo con mis hijos no tengo problema, pero si hablo de mi pasado, de mi vida anterior sería muy difícil hacerlo y le restaría naturalidad a lo que pongo.

Para terminar quisiera poner una frase que está en el blog y que refleja lo que pienso:

“Hizkuntza ez da galtzen…ez dakitenek ikasten ez dutelako,
dakitenek hitz egiten ez dutelako baizik”


“El idioma no se pierde porque no lo aprendan los que no lo saben, si no porque los que lo saben no lo hablan”

Ojalá hubiera tenido la suerte de haberlo sabido desde niña y poder expresarme aquí en esa lengua a la que admiro y quiero.

No puede ser así, pero mi sentimiento estará siempre con este lugar y esta lengua.


"Ez al dakizu euskara dela
euskaldun egiten gaituena?"


uxue


2 comentarios:

Carlos dijo...

Hola uxue.

Varias veces hemos tratado este tema del idioma, el cual tiene una relación reciproca con la identidad de un pueblo. En este caso el Euskera que es transmitido de generación en generación…de padres a hijos garantiza que la identidad del pueblo Vasco nunca se perderá.

Lo que has escrito de tu experiencia personal y la manera sencilla y simple que lo has contado me ha llegado muy hondo y lo he asimilado perfectamente. Gracias por compartirlo. Un abrazo enorme para ti.

Agur

uxue dijo...

Hola Charly
Gracias por tus palabras.
No todos aceptan que la lengua forma parte de la identidad de un pueblo como bien dices. No la comprenden y por eso la rechazan.
Hay gente que desearía que desapareciera el euskera, pero por suerte eso no será así. Siempre habrá alguien que la hablará y se la transmitirá a sus hijos.

Un abrazo amigo. Agur

El lugar que me rodea

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