Mi poesía es muy barata
gratis la recogí de la boca del pueblo
y gratis se la devuelvo al oído del pueblo.
Yo también tengo mi verdad
y vale, tanto o más, que la del señor banquero.
Todas las cosas del mundo se gastan;
se gasta la salud y el amor, el deseo y el vicio;
la codicia y la vida.
Y lo que más fácilmente se gasta
es la cosa más perdurable del mundo,
lo más fuerte..., es el dinero.
Si alguien dice; en mi casa no hay paz
busque la paz en casa del vecino
o en el último rincón del mundo;
pero si tuviera paz en su casa,
que no busque la guerra en parte
alguna
porque perderá la paz y la casa
por los rincones del mundo.
Esta mañana mi hijo
mediano se ha ido lejos de aquí.
Acabó la carrera y
quiere seguir estudiando, pero a la vez, desea trabajary aprender.
Recuerdo cuando se
fue a Jordania y a la India. La sensación que tuve por esa partida de un mes.
La carrera la ha
hecho en Donosti y venía los fines de
semana. Por lo que no es la primera vez que se va y sentimos su ausencia.
Ahora es
diferente…pues soy consciente que ya no será igual, no sé cuándo volverá, pero
siento que ya ha empezado por sí solo su nueva vida.
Nosotros le dimos los medios y la libertad para decidir
lo que deseaba hacer. Todo lo demás lo ha hecho él con tesón y esfuerzo, es un chico con las ideas bastante claras, que se mueve cuando desea lograr algo.
Esta mañana ha
cogido sus maletas, una llena de libros para seguir estudiando, una mochila y
la comida y ha emprendido un viaje, su viaje…lejos de su casa, de sus
amigos,…de su tierra.
También ha llevado una
maleta especial, ésta llena de ilusiones y proyectos,…de incertidumbre y
esperanza,…pero sobre todo de coraje y valentía para luchar por sus sueños y su
vida.
Ayer, después de
venir del caserío donde comió y se despidió de su familia, le comenté cómo tendría
la mente; llena de emociones, pues ese fin de semana también se había despedido
de sus amigos, sobre todo de los de la Universidad, con quienes ha hecho muy
buena amistad. Él señaló con la mano su pecho,cerca del corazón y dijo, que las emociones más que en la mente
las sentía allí, de pleno… Tenía el corazón "tocado" de tanto sentir y de tanto
que tenía que dejar para seguir con su vida.
Cuando le escuché me
vino a la mente, que justo ayer mismo, hace
29 años, hice lo mismo: dejé la
comodidad de mi ciudad, de una familia y
amigos en Madrid, y con una maleta
cargada de ilusiones, y llena de sentimientos encontrados, me vine al País
Vasco a recorrer mi propio camino.
La historia se
repite,…ahora comprendo mejor lo que debió sentir mi madre cuando me vine, su
alegría porque iba a casarme y a emprender un nuevo proyecto de vida y su
tristeza porque ya no me tendría a su lado,…me dejó volar y hacer mi vida…ahora
le toca a mi hijo emprender su propio vuelo.
Esta mañana le llevaba en el coche hacia el tren,
ambosíbamos callados, pero a través de
ese silencio se palpaban las emociones de los dos.
Salíamos del pueblo
y es como si estuviera leyendo la mente
de mi hijo, como si supiera lo que estaba sintiendo y preguntándoseen ese momento… "Hasta cuándo?"...
Con un nudo en la
garganta hemos llegado a la estación, aquella en la quefallé con el billete hará unos meses cuando
fui a ver su graduación, llena de orgullo y de esperanza por él…esa estación que tantas veces ha
recorrido él para ir a Donosti a estudiar.
De
nuevo se ha ido en ese tren, no a Donosti, sino a Francia…aún más lejos,…a trabajar y a
estudiar…
Con unasensación de tristeza por esta marcha, nos
hemos despedido, sin apenas palabras pero con los sentimientos a flor de piel.
Cada vez que paso
por su cuarto desde su partida, para llevar su ropa lavada, cada vez que veo su foto,…siento
como si le estuviera despidiendo de nuevo…siento como el corazón se encoge y, de nuevo, elnudo se forma en la garganta y, sobre todo, siento que el amor por él se
intensifica, por lo que ha sido y por lo que es…por lo que será.
Hoy la tristeza se
mezcla conla alegría, que me hace ver de nuevo que todo ha merecido
la pena.
uxue...
Séqué hay en tus ojos con solo mirar
Que estás cansado de andar y de andar
Y caminar , girando siempre en un lugar..
Sé que las ventanas se pueden abrir
Cambiar el aire depende de ti
Te ayudará, vale la pena una vez más.
Saber que se puede, querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Entrar al futuro con el corazón.
Es, mejor perderse que nunca embarcar
Mejor tentarse a dejar de intentar
Aunque ya ves que no es tan fácil empezar.
Sé que lo imposible se puede lograr
Que la tristeza algún día se irá
Y así será, la vida cambia y cambiara..
Sentirás que el alma vuela
Por cantar una vez más
Saber que se puede, querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Entrar al futuro con el corazón.
Vale mas poder brillar
Que sólo buscar ver el sol
Pintarse la cara color esperanza
Entrar al futuro con el corazón
(Uno de los caballos que se nos acercó mientras subíamos)
Hace quince días fuimos
a la cruz de Ganalto, conocido también como "Gorbea Txiki". Se le
llama así por la cruz que tiene que recuerda al Gorbea, pero es mucho más
sencillo de subir, y las vistas también son espectaculares.
(Mientras subíamos)
No tardamos más de
una hora en la subida y aún menos en la bajada.
En el camino nos
encontramos con caballos que se nos acercaban por si les echábamos algo de
comer. Más adelante vimos un grupo de vacas que comían tranquilamente, sin
inmutarse por el paso de la gente. Están acostumbradas a los montañeros, ahí
mucho respeto con respecto al lugar y a los animales que se ven en el
recorrido.
Los caminos están
limpios, no se ven ni papeles ni nada que altere el paisaje con suciedad que no
sea lo que hacen de maneranaturallos animales.
En el País Vasco hay mucha aficción al montañismo, por lo que es corriente ver esquelas dedicada a algún montañero, donde han esparcido allí mismo las cenizas y le hacen un pequeño homenaje.
(Esto es lo que ponía:“Un día el valle te
vio nacer y como tú quisiste desde aquí lo verás crecer”)
El buzón es muy original. Anduvimos investigando para
saber cómo se habría y lo conseguimos, era a través de una palanca que ahí
justo debajo.
El pasado sábado la subida al monte fue bastante durilla.
Dejamos el coche en Larraitz, un lugar precioso de Gipuzkoa. Allí tomamos algo para coger fuerzas y empezamos nuestra nueva hazaña.
Mi hijo ya se ha
acostumbrado al cambio de rutina de los sábados y nada más salir del portal
tira hacia al coche, ve la mochila y sabe que vamos al monte.
En el coche suele
dormirse, como preparándose para el esfuerzo que le espera.
La primera parte de
la subida la hace en silencio, mirando hacia donde vamos para orientarse.
Cuando ve que se acerca la cima es cuando se anima y empieza con los gritos y
las palmas. Eso sí, si llegamos a una cima y queremos avanzar más ya no nos deja,
pues él piensa que ya es suficiente. Y eso nos sucedió en este monte, que
nos hubiera gustado haber ido hasta el Txindoki pero era ya bastante duro lo hecho hasta
el momento y no quisimos forzar más. Esta vez nos conformamos con Llegar a la falda del Larrunari. En otro momento iremos al Txindoki, pero sin él, ya que la subida final es bastante dura.
(Mi hijo subiendo con paso ágil, pero sin soltarse de la mano...)
(En la falda donde ya nos sentamos a comer y prepararnos para la bajada....)
Esta vez entre subir
y bajar tardamos más de tres horas.
(En la cima...)
La bajada fue más
rápida que la subida pero no por ello sencilla, ya que la pendiente era acusada
en algunos tramos y con las piedras había que tener cuidado para no resbalar y
caer.
(Mientras bajábamos...)
En el recorrido
vimos bastantes caballos, ovejas y vacas.
A la bajada vimos
una vaca que estaba echada muy tranquila cerca del camino. Le costaba respirar,
pero no porque estuviera mal, si no porque iba a parir y estaba dilatando.
Seguramente que en unas horas tendría al ternero, sola probablemente, ya que
están acostumbradas.
Me ha recordado
cuando fui a vivir al caserío que se ayudaba a que las vacas parieran para que
sufrieran menos y fuera más sencillo.
Yo, en más de una ocasión, ayudé a
tirar de la cuerda que le ponían al ternero en las patas, luego me quedaba
allí hasta que veía cómo cabeceaba el ternero, los intentos por levantarse y
que se caía a menudo, pero no dejaba en su empeño hasta que conseguía ponerse
en pie y luego iba en busca de su madre para mamar y ésta aprovechaba para
lamerle y limpiarle de los restos del parto.
En el trayecto vimos una fuente con grifo, el agua venía de las montañas y era fresca, por lo que los tres bebimos.
Esta subida ha sido
dura, pero mereció la pena, tanto por los paisajes como por el ejercicio
realizado que nos ayuda a oxigenarnos y a disfrutar de ese lugar tan precioso.
Cada vez me gustan
más estas salidas y viendo que mi hijo disfruta y le viene bien, me hace mayor
ilusión por ver su cara de alegría, sobre todo cuando llegamos al merendero y
cómo espera ansioso su bocadillo de tortilla que tanto le gusta.
Dentro de quince
días pensaremos en otro monte, aquí hay muchos y tenemos para elegir.
Decidiremos en
función del tiempo, cogeremos nuestra mochila, prepararemos el bocata y
adelante con otra nueva aventura.
Hace unos días me regalaron una canción. Una canción especial, la desconocía y me gustó desde el primer momento que la escuché. Sobre todo por su significado y por el detalle del regalo.
Una canción con un gran mensaje que nos da qué pensar.
Merece la
pena escucharla, dejándose llevar por la voz de esta gran cantante y quedarnos
con un mensaje positivo, de esperanza.
A menudo, los pequeños detalles son los que marcan la diferencia, haciendo que un día sea especial.
"Hay un largo camino y es
difícil de andar,
pero siempre habrá alguien junto a ti, en el mismo lugar"
...Volar
sin red, caminar sin red, cruzando la mar,
el espacio no es más que subir y subir y llegar más allá,
y este mundo puede ser mejor cuando mires a tu alrededor.
Hay un largo camino hacia la libertad,
pero vale la pena descubrir que se puede llegar.
Hay un largo camino y es difícil de andar,
pero siempre habrá alguien junto a ti, en el mismo lugar.
Recobrar lo perdido, cada cual con su fe,
sin fronteras ni miedos que romper, empezando otra vez.
Volar sin red, caminar sin red, cruzando la
mar (cruzando la mar).
El espacio no es más que subir y subir y llegar más allá.
Ven a andar el camino donde estamos tú y yo,
intentando encontrar el amanecer de otro día mejor.
Recorre el camino, cada cual con su voz,
si te pones al paso avanzarás con la misma canción.
Es tan largo el camino (es tan largo el camino)
que te lleva hasta el sol (que te lleva hasta el sol),
si te fallan las fuerzas, llámame, seguiremos los dos.
Se acaba el verano. Un verano que nos ha servido para descansar y recargar las pilas. Un verano tranquilo y sorprendente.
Mi hijo vino el viernes de las colonias, ayer empezó en el Centro de Día y ya retomamos nuestros paseos con normalidad.
En esta nueva etapa quería hacer algo diferente, sobre todo los fines de semana, quería cambiar la rutina de los paseos, tanto de lugar como de tiempo de recorrido.
Mi compañero de paseos anda muy bien, tiene mucho aguante y le relaja mucho el caminar al aire libre. Así que lo comenté con un amigo que nos acompañó y nos animamos a este nuevo cambio.
Para mí sola es más complicado sobre todo en distancias largas, pero yendo con otra persona se reparte la fuerza y responsabilidad.
Conocía el monte Gorbea, un lugar precioso que merece la pena visitar. Había ido en más de una ocasión, pero nunca llegué hasta la cruz del monte, y tenía muchas ganas de ir allí.
Tenía dudas de si mi hijo aceptaría el cambio, pues está tan acostumbrado a su rutina, la cual le da seguridad, que pensé no me dejara realizarlo.
Previendo una posible rebeldía suya, lo que hicimos fue dejar el coche justo al lado del portal, para que al salir a la calle no tuviera opción de ir a otro lado.
Al principio se resistió un poco, pero al ver el coche y montar en él aceptó, aunque es cierto que estaba desconcertado, se le notaba en la cara por la forma de mirar a todo, sin hacer ruido e intentando encontrar algo que se le hiciera conocido para poder orientarse y saber a dónde íbamos.
Partimos hacia nuestra aventura de ese día. Llevábamos la comida, el camino sería largo y no daba tiempo a volver a casa para comer.
Fuimos hasta un pueblo llamado “Pagomakurre”, allí dejamos el coche, no se podía avanzar más en vehículo, y, mochila encima, empezamos a subir poco a poco.
Hacía fresquito, aunque de vez en cuando salía el sol que calentaba y nos tentaba a quitarnos el jersey, pero cuando pasábamos un buen trayecto se escondía entre las nubes y el viento del norte nos obligaba a abrigarnos de nuevo.
Mi hijo seguía algo indeciso, poco a poco empezó a reconocer el lugar, pues había ido con su padre en más de una ocasión, y aumentó la velocidad de su paso acompañado de ruidos y palmas. Los demás paseantes miraban hacía atrás sorprendidos por el ruido y luego retomaban su recorrido.
Ambos íbamos de la mano como en los paseos diarios, la subida se hacía bastante dura pero se podía avanzar sin agobios.
(Foto sacada de Internet)
Cuando empezaba la parte más dura y con mayor desnivel nos sentamos a descansar un rato, comer algo de fruta y chocolate para reponer fuerzas, ya que nos harían falta para el último tramo, el más duro, la subida a la Cruz, de casi una hora y con bastante pendiente.
Estábamos subiendo cuando mi hijo empujaba de la mano para que fuéramos por otro camino, más empedrado y con mayor pendiente.
Yo pensé que estaba cansado y no quería subir, pero que va, lo que quería era ir por ese lado, desde allí veía a la gente subir a la cruz del Gorbea. Quisimos cambiarle el camino pero se sentaba y no nos dejaba hacerlo. Así que decidimos ir por donde él decía.
Imagino que cuando fue anteriormente a ese lugar iría por ese tramo, que era menos transitado, porque estaba seguro de hacia donde tirar.
La subida se hizo dura, el tirar de la mano de él y cuidar que no nos cayéramos, aumentaba la dificultad.
Al final llegamos a la cruz. Un lugar precioso con una vista espectacular. Allí hacía un aire fuerte y muy fresco.
(Cuando llegamos a la cruz)
Nada más llegar a la cima mi hijo se sentó en la piedra, contento de su nueva hazaña, un reto logrado con esfuerzo y muchas ganas. Hicimos algunas fotos y pronto emprendimos la bajada, porque el aire frío se metía muy adentro.
Si la subida fue dura en cuanto la dificultad, la bajada para mí fue mucho peor. Mi hijo nos daba la mano a los dos para mayor seguridad. Ellos tiraban por delante y a mí me costaba seguirles. Le decía a mi hijo que me soltara para ir a mi ritmo, pero nada, se empeñaba en colocarse en el medio y bajar los tres a la vez. En algunos tramos quería bajar por donde subimos, aunque aquí sí que logramos encauzar su camino, ya que la pendiente de bajada en el otro lado era peor, sobre todo yendo de la mano con él. Él bajaba con rapidez, por lo que intentábamos no caernos, tarea nada fácil en ese lugar y a esa velocidad.
(Mientras bajábamos)
Cuando llegamos nos sentamos en un lugar con mesas y las vacas como compañeras, pues estaban justo al lado, aunque con los ruidos de mi hijo se asustaron y alejaron de nosotros, pero no muy lejos del lugar.
(En el merendero)
Después de comer fuimos a tomar un helado y a casa, a refrescarnos y descansar, por ese día había sido suficiente.
Entre la subida y bajada tardamos unas cinco horas. Se puede hacer en menos tiempo, pero lo tomamos sin agobios y descansamos en un par de veces para tomar algo.
Ya sabiendo que puedo cambiarle la rutina a mi compañero lo haré en más ocasiones. Nos cansaremos más, pero merecerá la pena por conocer nuevos sitios como este maravilloso lugar.
(Foto sacada de Internet)
Todos disfrutamos del paseo, tanto del paisaje tan maravilloso como de la compañía.
Han pasado tres días y aún tengo agujetas sobre todo por la bajada, de tanto contener las piernas para no caerme. Pero ha merecido la pena. Seguiré yendo al monte y poco a poco mi cuerpo se adaptará a este cambio. El aire del monte me ayuda a respirar mejor, el andar me relaja mucho, haciéndome sentir muy bien.
Mi hijo ha disfrutado mucho del paseo y le ha venido genial, como a nosotros. Lo volveré hacer más a menudo. Unas veces con él y otras veces con unos amigos y por otros lugares que con mi hijo sería más difícil de subir.
Tengo la suerte de vivir en un lugar privilegiado, rodeado de montañas. Me gusta pasear y disfrutarlo. Es cuestión de animarse, ponerse unas botas, ropa cómoda y con la mochila y mucha ilusión salir a caminar, sintiendo el aire en la cara y poder admirar un paisaje espectacular, en toda su inmensidad y belleza.
uxue...
(Video sacado de Internet)
El monte Gorbea es la cumbre más alta del macizo montañoso del mismo nombre, situado en los montes vascos, a caballo entre las provincias de Alava y Vizcaya en el País Vasco. Tiene una altura de 1.482 metros y su cima está coronada desde 1899 por una cruz metálica, de la que ha habido diferentes versiones. La actual es de 17,23 metros de altura. Es un tradicional punto de referencia del montañismo vasco y corazón del Parque Natural del Gorbea