Mostrando entradas con la etiqueta Jorge Bucay. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jorge Bucay. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de marzo de 2012

Fantasías...



Creo que todas nuestras acciones coherentes empiezan en un sueño, eso que vulgarmente llamamos fantasía, y que se expresa diciendo: 
"Qué lindo sería... Qué espectacular debe ser... Sería maravilloso..."

Si nos adueñamos de esa fantasía y nos la probamos como si fuera una camisa, entonces la fantasía se transforma en una ilusión:   

"Cómo me gustaría... Me encantaría que... Sería bárbaro que yo pudiera algún día..."

Si dejo que esa ilusión anide en mi, si la riego y la dejo crecer, un día la ilusión se vuelve deseo:
"Quisiera estar en... Lo que más deseo es... Verdaderamente quiero..."

Llegado a este punto, quizás suceda que sea capaz de imaginarme a mi mismo llevando a cabo ese deseo, haciéndolo realidad.

En ese momento, el deseo se vuelve proyecto:
"En algún momento... Pronto yo..."

De aquí en adelante sólo me resta elaborar mi plan: la táctica o la estrategia que me permitan ser un fantástico mago que materialice la realización de mi sueño.

Fijate que hasta aquí no moví un dedo, todo mi accionar es interno y, sin embargo, cuánto ha pasado en mi interior desde que sólo fantaseaba. 


Me dirás que no alcanza. Es verdad, muchas veces no alcanza. 

Hace falta actuar lo planificado y corregir los errores. 
Hace falta ponerse la malla, tomar la tabla de proyectos, entrar en la vida y esperar atentamente la ola de la realidad para subirse a ella y surfear hasta la mágica playa de la satisfacción.



 (Texto sacado del libro de  Jorge Bucay:
 "Amarse con los ojos abiertos") 


 

martes, 14 de diciembre de 2010

Soltar, dejar partir...


De una grabación de Jorge Bucay Y Marisa Escribano. Transcripción de varios trozos de la misma:




Todo vale la pena, porque somos quienes somos porque aquello que hemos vivido, somos quienes somos por aquello que algunas de otras personas dejaron en nosotros, pero...

"somos, absolutamente quienes somos, gracias aquello que hemos perdido, gracias a eso que ya no está con nosotros".



"Nadie es más vulnerable a creerse algo falso que aquel que desea que la mentira sea cierta".


"Y es mentira que tenemos que cargar con cada cosa que hemos querido y valorado.

Y es mentira que debemos de seguir adelante con todo lo de antes, con todo lo que ya no está.

Perdemos..., perdemos no sólo a través de la muerte, sino también, a través del abandono, a través del cambio, a través de la pérdida de la juventud,...

Es imposible aceptar con una sonrisa todas las cosas que, lamentablemente son ciertas e ineludibles".


"No importa cuan listo seamos, a veces nos toca perder..."


"Muchas veces la vida está relacionada con soltar lo que alguna vez nos salvó, soltar las cosas a las cuales nos aferramos intensamente, creyendo que tenerlas es lo que nos va a salva de evitar la caída".



"Aprender es, sobre todo, aprender a soltar".


"No hay pérdida que no implique una ganancia, un crecimiento personal, porque lo que sigue, después de haber llorado cada pérdida, después de haber elaborado el duelo de cada ausencia, después de habernos animado a soltar, es el encuentro con uno mismo, enriquecido por aquello que hoy ya no tengo pero pasó por mí. Y también por la experiencia vivida en el proceso".


"Es importante no transformar el dolor en sufrimiento".


El dolor es el paso por un lugar no deseado, el sufrimiento es formar una carpa y quedarse a vivir en ese lugar indeseable.



"El duelo..., el duelo es el pasaporte que nos saca del sufrimiento y que permite que el dolor pase".



"Hay que vaciarse para poder llenarse, una taza sólo sirve cuando está vacía, no sirve una taza llena. No hay nada que se pueda agregar en ella".


"Una de las tazas que más nos cuesta vaciar es la imagen que tenemos del mundo, porque queremos atenernos a que el mundo siga siendo como nosotros lo vimos, porque no queremos aceptar que el mundo cambia. No queremos aceptar que el mundo no es como yo quiero que sea".

"Si me animo a soltar el contenido de la taza de un sueño, quizás pueda encontrarme en la mejor ruta para descubrir la verdad".


"Este es el coraje, ésta es la fuerza de la madurez: saber que puedo afrontar lo que me pase, que inclusive puedo afrontar la idea de que alguna vez, alguna vez, yo mismo no voy a estar".



"Lo que más nos duele cuando algún ser querido se muere, que es aquello que no le dijimos, aquello que no le acercamos, es aquello que no nos dijo.

Son esas cosas pendientes las que nos duele con la muerte de los seres queridos.

Bueno sería empezar a darnos cuenta que éste es el momento.

Quizá mañana no estés, quizás mañana yo no esté,..."


"Hoy es el día de llamarte para decirte lo que siento"



"Toda la vida, en su conjunto, duele.

Duele el pasado, duele el presente y, especialmente, duele el futuro.

Y la única manera es transitar ese dolor".



“El tiempo es el único que puede salvar al amor que sufre una pérdida”


("El camino de las lágrimas"

Jorge Bucay)



lunes, 31 de agosto de 2009

El cruce del río...Déjame que te cuente



El cruce del río pertenece a un relato Zen de S. Sumish, El Koan.
Jorge Bucay
, en su afán por ayudar a Demian le cuenta este cuento.



" Había una vez dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio.


Cuando llegaron al río, vieron a una mujer que lloraba en cuclillas cerca de la orilla.

Era joven y atractiva.


-¿que te sucede?- le preguntó el más anciano.


-Mi madre se muere. Está sola en casa, al otro lado del río, y yo no puedo cruzar.

Lo intenté -siguió la joven-, pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda...

Pensé que no la volvería a ver con vida.

Pero ahora... Ahora que habéis aparecido vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar...


-Ojalá pudiéramos -se lamentó el más joven-.

Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto.

Lo tenemos prohibido... Lo siento.


-Yo también lo siento- dijo la mujer. Y siguió llorando.


El monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y dijo: "sube".


La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su hatillo de ropa y subió a horcajadas sobre el monje.


Con bastante dificultad, el monje cruzó el rió, seguido por el joven.


Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó al anciano monje con intención de besar sus manos.


-Está bien, está bien -dijo el viejo retirando sus manos-, sigue tu camino.


La mujer se inclinó con gratitud y humildad, recogió sus ropas y corrió por el camino hacia el pueblo.


Los monjes, sin decir palabra, retomaron su marcha al monasterio. Aún les quedaban diez horas de caminata...


Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano: "Maestro, vos sabéis mejor que yo de nuestro voto de abstinencia. No obstante, cargasteis sobre vuestros hombros a aquella mujer a través de todo lo ancho del río".


-Yo la llevé a través del río, es cierto.

Pero ¿qué te pasa a ti que todavía la cargas sobre tus hombros?.





jueves, 11 de junio de 2009

El círculo del noventa y nueve




Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, llamado Hasán, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar.


- Hasán - le dijo— ¿cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- ¡No hay ningún secreto, Alteza!
- No me mientas, Hasán. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
- ¡Por qué está siempre alegre y feliz! ¿Por qué?
—Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo.
Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?
—Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar —dijo el rey—. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado
—Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
- Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
- ¿Por qué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
-A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- Nunca entró.
- ¿Qué círculo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, seria mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu sirviente en el circulo.
- ¡Eso, obliguémoslo a entrar!
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el circulo.
- Entonces habrá que engañarlo.
.No hace falta, Su Majestad. Si le darnos la oportunidad, él entrará solito, solito.
- ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
.Entonces no entrara.
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
—Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del circulo?
- Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
- ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
- Hasta la noche.

Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del Hasán. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste.”


Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando Hasán salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena


El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... Hasta que formó la última pila: 9 monedas
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.
“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.
- ¡Me la robaron —gimió— me la robaron!


Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro, “sólo 99”.


“99 monedas. Es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo – pensaba- Cien es un número completo, pero noventa y nueve no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes.


El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.


¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar.
Con cien monedas de oro un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo.
Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.


“Doce años es mucho tiempo”, pensó.
Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero.
¡Era demasiado tiempo!


Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender... Vender... Vender. ...
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio.
El sirviente había entrado en el círculo del 99...


Durante los siguientes meses, Hasán siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.
Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.


- ¿Hasán, qué te pasa? - preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Vos, yo y todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología:
Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene.
Por lo tanto, nos enseñaron que la felicidad deberá esperar a completar lo que falta. .
Y como siempre nos falta algo, la idea retorna el comienzo y nunca podemos gozar de la vida.
Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que seamos estúpidos, para que tiremos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados.
Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual...
Eternamente igual


Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como están...

lunes, 1 de junio de 2009

Déjame que te cuente..."El reloj parado a las siete"



Ahora hablaré de otro libro de Jorge Bucay: "Dejáme que te cuente"


El ya tenía varios libros publicados antes, pero éste fue el primero que conocí de este autor. Me gustó mucho y a partir de ahí seguiría leyendo su obra.


Hablaré un poco de qué trata e iré poniendo algunos cuentos que me gustaron especialmente.


Esta obra se publicó en el año 2002, y es del género de bienestar personal y autoayuda.

En este libro, Jorge Bucay ha conseguido realizar una perfecta recopilación de cuentos clásicos, modernos o populares, con los que pretende ayudar al protagonista de su libro, Demián.

Demián es un joven muchacho, inquieto por conocer más cosas acerca de su personalidad, de sus sentimientos y reacciones ante la vida y ante sus seres queridos. Esta inquietud le conduce hasta Jorge, el Gordo, un psicoanalista muy especial, ya que sus consejos son basados en cuentos, llenos de consejos y sabiduría.


“Estos cuentos han sido escritos para señalar un camino.

Encontrar el diamante que hay en ellos es tarea de cada uno”

(Jorge Bucay)


El primer cuento que pondré es uno de mis favoritos :



"El reloj parado a las siete"


El autor del cuento es Papini.


Es un monólogo de un personaje que escribe en la soledad de su cuarto.


"Hay en una de las paredes de mi cuarto un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi desde siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto. Casi todo el tiempo, el reloj es sólo un inútil adorno en una blanquecina y vacía pared.


Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix.

Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, marcan las 7 y los cu—cu y los gong de las demás máquinas hacen sonar por 7 veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces por día, a la mañana y a la noche, el reloj se siente en absoluta armonía con el resto del universo.

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección...

Pero pasado ese instante, cuando los otros relojes han acallado su canto y las manecillas siguen sus monótonos caminos, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que alguna vez detuvo su andar.


Y yo amo ese reloj y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez me siento más parecido a él— También yo estoy parado en un tiempo, también yo me siento clavado e inmóvil, también yo soy de alguna manera un adorno inútil en una pared vacía.


Pero tengo también fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora.

Durante esos tiempos, yo siento que vivo. Todo está claro y el mundo se transforma en maravilloso. Yo puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todos los otros momentos. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.


La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como a mi amigo el reloj, también a mí se me escapa el tiempo de los otros.

...Pasado estos momentos, los otros relojes que anidan en otros hombres, continúan su giro y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar que acostumbro a llamar vida.


Pero yo sé que la vida es otra cosa. Yo sé que la vida, la vida de verdad es la suma de aquellos momentos que aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía con el universo.

Casi todo el mundo, pobre, cree que vive.


Sólo hay momentos de plenitud y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianeidad.

Por eso te amo, viejo reloj. Porque somos la misma cosa tú y yo......"


(Giovanni Papini)

lunes, 25 de mayo de 2009

Epílogo de " Cartas para Claudia"



Y termino este fantástico libro con el epílogo que escribe Bucay al final del mismo.

Concluye:

"Este libro es redondo.
Termina tal como comenzó hace tres años, con la Oración Gestáltica de Fritz Perls.

Siento que es la gran llave de las relaciones entre las personas.

Creo que si pudiéramos enseñar esta oración a todos los seres humanos

sobre la tierra y consiguiéramos que la recitaran con la convicción total que sólo puede dar la identificación con lo que se dice; si yo pudiera actuar de acuerdo con estas pocas palabras.

Entonces...
Mis problemas, mis preocupaciones,
mis ansiedades, mis decepciones,
mis miedos
mis desamores,
mis peleas, mis peores cosas para con los otros DESAPARECERÍAN
".

La Oración Guestáltica de Fritz, según yo mismo, dice:

"Yo soy Yo,
Vos sos vos

Yo no estoy en este mundo

Para llenar todas tus expectativas
Y sé

Que vos no estás en este mundo
Para llenar todas las mías
Porque yo soy yo

Y vos sos vos

Y cuando vos y yo nos encontramos
Es hermoso

Y cuando encontrándonos, no nos encontramos
No hay nada que hacer"


Gracias!! Gracias y chau...

jueves, 21 de mayo de 2009

Ilusión


ILUSION


Había una vez un campesino gordo y feo

que se había enamorado (¡cuándo no!)

de una princesa hermosa y rubia.


Un día la princesa (Vaya a saber por qué)

le dio un beso al feo y gordo campesino...

y mágicamente éste se transformó

en un esbelto y apuesto príncipe...

(Por lo menos, así lo veía ella)

(Por lo menos, así se sentía él)







Carta nº 40


Me duele tu bronca.

Me duele tu mufa.

Me duele tu enojo

Pero lo que más me duele es tu silencio...

Sentir que te escondés de mí
Que estás detrás de tus "no sé"

Que, como el tango:

te busco y ya no estás.

¿Necesitás una excusa para separarte de mí?

Puedo subir la montaña más alta

con tu ayuda


Sin vos, me cansa hasta jugar al escondite

me cansa saltar obstáculos
me cansa pelearme con tu orgullo

me cansa golpear la puerta
que ambos queremos que se abra

y que vos mantenés cerrada

No creo en tu confusión sino en tus frenos.

No creo en tu "tiempo" sino en tu orgullo.

No creo en tu odio sino en tu frustración.

No creo en tu conducta sino en tu sentir


Me siento como el ciego

Del poema de Rafael de León

“que agita su pañuelo llorando

sin darse cuenta que el tren hace ya rato que partió..."

¡Vení! ¡Abrí! ¡Hablá! ¡Peleá!


¡que aquí estoy!



Jorge Bucay


viernes, 15 de mayo de 2009

Cartas Para Claudia


Si Yo pudiera elegir cómo sentir a las personas a mi alrededor, elegiría enamorarme con toda la intensidad de la que soy capaz.


Elegiría que, mientras esa pasión disminuye, debajo de ella creciera el sentimiento.

Elegiría que ni yo ni el otro nos asustáramos de la desaparición de la pasión, y

supiésemos enfrentarnos con el cambio de intensidad por profundidad.


Elegiría que ese sentimiento fuera amor y no sólo querer.

Y, finalmente, elegiría que se diera la posibilidad de reenamorarme, de vez en cuando, de esa persona que amo.



Un fragmento de la carta nº 28

Jorge Bucay


jueves, 14 de mayo de 2009

Cartas para Claudia


Cierro los ojos
y vuelo...
Aparezco donde vos estás.
Te veo.
Me acerco.
Te recorro con mis ojos.
Más cerca.
Te acaricio.
Siento tu piel.
Tus manos frías (hoy están frías).
Te huelo.
Mis labios rozan tu frente,
Y vos ni te das cuenta.
o quizás sí...

Quizás en este momento
estás pensando en mí
sin saber por qué.


Carta nº 20
(Jorge Bucay)

martes, 12 de mayo de 2009

"Cartas Para Claudia"

Empiezo este recorrido por las obras de Bucay con el primer libro: "Cartas para Claudia".
Pondré unos fragmentos de algunas cartas del mismo que me han gustado especialmente:




Carta 17...

"Cuando vos y yo nos encontremos
Seremos dos mundos que se encuentran

Seremos dos universos en contacto.

Vos, un universo con centro en vos,

Y yo, un universo con centro en mí
¡Será maravilloso!

No lo dudes,

Cuando vos y yo nos encontremos..."

(Jorge Bucay)





lunes, 11 de mayo de 2009

Biografía...."Cartas para Claudia"

Así empieza...

“Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo.
No estoy en este mundo para llenar tus expectativas, y tú no estás en este mundo para llenar las mías.
Tú eres tú y yo soy yo.
Y, si por casualidad nos encontramos, es hermoso.
Si no, no puede remediarse”


(Fritz Perls)





Hace un año mi hijo me enseñó un libro que él estaba leyendo, destacándome párrafos interesantes del mismo.

Yo lo miré y cada vez me gustaba más lo que leía.
Y poco a poco fui leyendo más cosas del autor, siendo uno de mis favoritos.


El título de este libro era “Cartas para Claudia”, de Jorge Bucay.

Me lo compré y lo leí. Me pareció un libro fantástico. Me ayudó mucho a pensar más en las cosas y a raíz de ese libro empecé a leer los siguientes suyos.


Otro libro que me gustó mucho es “Cuentos para pensar”


Aquí, en este apartado pondré escritos suyos y todo lo que tenga que ver directa o indirectamente con el autor.

He leído mucho de este autor y de su revista en lo que va de año.

Me gusta la forma de plantear los problemas, mirándolos siempre desde una perspectiva de lucha y optimismo.



Primero pondré una breve reseña de su biografía y luego me dedicaré más detenidamente a su obra, destacando los libros que más me gustaron.





Jorge Bucay

Es un psicodramatista, terapeuta gestáltico y escritor argentino. Nació en Buenos Aires en 1949, en una familia modesta del barrio de Floresta.
Estudió la carrera de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1973, y se especializó en enfermedades mentales. Comenzó su carrera psiquiátrica en el equipo de interconsulta del Servicio de Psicopatología del Hospital Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires.
Ha trabajado desde los trece años. En su camino de vida ha sido vendedor ambulante de calcetines, de libros, de ropa deportiva, agente de seguros, taxista, payaso, almacenero, educador, actor, médico de guardia, animador de fiestas infantiles, psiquiatra, coordinador de grupos, colaborador de radio, conductor de televisión, y psicoterapeuta de parejas y adultos. Actualmente, su tarea como ayudador profesional, como él se define, se divide entre sus conferencias de docencia terapéutica, que dicta desde hace varios años viajando por el mundo, y la difusión de sus libros, herramientas terapéuticas según el autor.
Autor de Cartas para Claudia, Déjame que te cuente, Cuentos para pensar, Amarse con los ojos abiertos, 20 pasos hacia adelante y El candidato. Es autor también de cuatro libros que constituyen la serie Hojas de Ruta: El camino de la auto-dependencia, El camino del encuentro, El camino de las lágrimas y El camino de la felicidad. Sus obras se han convertido en bestsellers en México, Uruguay, Chile, Costa Rica, Venezuela, Puerto Rico y España, y han sido traducidas a diecisiete idiomas.



El primer escrito de este autor con el que empezaré ya lo puse hace tiempo en otro apartado, y lo quiero poner de nuevo aquí como prólogo.

Pertenece a su primer libro “Cartas para Claudia” del cual iré poniendo poco a poco fragmentos que me han gustado especialmente.



Este es el prólogo que hace el autor como introducción:


“Este libro no fue escrito para ti: fue escrito para mí mismo.

Habitan en estas cartas mucho más que tres años de mi vida.

Durante estos casi veinte años, estas cartas se han hecho muy importantes para mí y te confieso que me gustaría mucho que disfrutaras de este libro, que te sirviera y, sobre todo, que algo que te pase cuando lo leas…

Anidando en ese deseo, quiero pedirte que transites con lentitud por lo que digo, que mastiques cada frase, que la desmenuces con ímpetu, que tomes lo que te sirva, y por último, por favor, que descartes el resto.

Si, pese a todo esto, decides seguir leyendo, entonces ya eres parte de este libro y tu opinión me importa”


Jorge Bucay




Quiero

Quiero que me oigas,

sin juzgarme.


Quiero que opines,

sin aconsejarme.


Quiero que confí­es en mi,

sin exigirme.


Quiero que me ayudes,

sin intentar decidir por mi.


Quiero que me cuides,

sin anularme.


Quiero que me mires,

sin proyectar tus cosas en mi.


Quiero que me abraces,

sin asfixiarme.


Quiero que me animes,

sin empujarme.


Quiero que me sostengas,

sin hacerte cargo de mi.


Quiero que me protejas,

sin mentiras.


Quiero que te acerques,

sin invadirme.


Quiero que conozcas las cosas mías

que más te disgusten,
que las aceptes y

no pretendas cambiarlas.

Quiero que sepas, que hoy,
hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.

(Jorge Bucay)



El lugar que me rodea

El lugar que me rodea