Hoy mis pensamientos son de nuevo para ellos, para mis hijos, y en este momento especial, para mi segundo hijo.
Siempre tengo en mi recuerdo momentos especiales de los tres. Pero en el segundo de ellos hay varios que conservo especialmente pues creo que éstos ayudaron bastante a forjar su personalidad e hizo que fuera tan especial.
Nunca pudo ser niño del todo, aunque se intentaba, pero siempre estaba a expensas de su hermano mayor que nos demandaba mucho más. Eso le hizo crecer más rápido, ser más consciente de la situación y no poder exigir tanto como exigiría un niño a su corta edad.
Un recuerdo es cuando apenas tenía tres añitos:
Estábamos jugando con él a la pelota y entonces su hermano mayor empezó con las crisis que en esa época eran tan frecuentes. Él mediano, al escucharle ya intuía lo que sucedía, se apartó, dejando su juego a un lado para que atendiéramos a su hermano. Le ofreció como algo natural su pelota que él tenía, pues sabía que le relajaba y sin protestar se fue a jugar él solo a otra cosa.
Aunque esa situación se repetiría a menudo en su infancia, creo que ese momento se le tuvo que quedar grabado, pues a partir de ahí él mismo cambió, se hizo un poco mayor a tan corta edad.
Otro momento que sería habitual y que le hizo crecer de nuevo fue:
Con menos de ocho añitos, llevaba a su hermano de trece años de la mano a la escuela. Había nacido mi tercer hijo. Los primeros meses yo no podía ir a primera hora y dejar solo al recién nacido. Seguía con las crisis y, ya sea por desconocimiento o por temor, ningún adulto se atrevía a llevarle, pero su hermano sí lo hacía. Yo les observaba desde el balcón hasta que les perdía de vista por si pasaba algo y terminaban el recorrido solos hasta la escuela, ya que estaba bastante cerca de casa.
Esa fue otra etapa que le hizo ser aún más responsable, quizá demasiado para la edad que tenía, pero la vida nos exigía ser y actuar de forma diferente a toda la familia.
Debido a ello y su carácter, mi segundo hijo siempre ha sido bastante independiente en sus decisiones, con las cosas bastante claras. Ya fuera para irse algún lugar, hacer algo en concreto y sobre todo para elegir la carrera.
¿Y por qué ahora pienso tanto en él?
Porque en este momento y por más de mes y medio no estará con nosotros, se va a conocer otro lugar, a otra gente y aprender de otras costumbres.
Recuerdo que hará más de un año me dijo que un compañero y él habían pensado irse a Jordania. Yo al principio pensé que se le pasaría, pero vaya tontería de pensamiento, ni que no conociera a mi hijo que cuando se le mete algo y cree que debe hacerlo, no hay nadie que le convenza para cambiar de opinión. Yo por lo menos no lo intenté.
Al cabo de un mes me dijo que ya tenían los billetes y que se iba por unos dos meses. Se fueron en bicicleta desde la frontera de Irún hasta Barcelona, durmiendo en tienda de campaña durante el recorrido. Allí tomaron el avión a Jordania y la recorrían en bicicleta por donde podían. Antes de agosto dejando la bici en una consigna de Amman, fueron en autobús a Siria. En la última semana estuvieron en un monasterio en Damasco donde les daban de comer y alojamiento a cambio de ayuda en el lugar.
Fue una experiencia muy buena para los dos, aprendieron muchas cosas de la gente de allí y de sus costumbres, que era lo que deseaban hacer.
Cuando llegó a casa parecía uno de ellos, con la barba crecida, delgado y moreno. Luego me diría que en las últimas fechas los turistas le preguntaban a él por los lugares, y mi hijo respondía en su inglés a medias que no era de allí que también era de fuera….se había mimetizado con el lugar y sus gentes.
Este año él pensaba pedir una beca para ir a Canadá y aprender francés y entonces pensé que por lo menos era un lugar menos conflictivo para ir y que este verano yo estaría algo más relajada sin pensar tanto cómo estaría.
Pero qué va, de nuevo cambió de planes…
Hará unos tres meses me dice que igual se iba a la India. Yo ahí intenté disuadirle diciendo que descansara este verano y que fuera en otro.
¿En qué estaría yo pensando cuando se lo dije? Ni que no le conociera ya.
Así que al cabo de unos días me viene de nuevo diciendo que ya tenían el billete para el avión a la India. Él siempre se ha costeado los viajes, tanto el año pasado como en éste, nunca ha permitido que yo le pague nada.
Y de nuevo a las andadas, y de nuevo a los preparativos, y a las preocupaciones,….
Dijo que después de los exámenes se iba para aprovechar lo máximo.
El 3 de junio tuvo su último examen en la Universidad, confiaba en aprobar, lo consiguió con buenos resultados, y a partir de ahí se dedicó a preparar el viaje para irse ocho días después.
Ayer salió de Donosti en autobús a Barcelona, esta vez sin bici, sólo con una mochila grande y muchas ilusiones dentro de su cabeza.
En Pamplona montaba la persona que le acompañaría en el viaje, en compañía siempre es mejor y como dicen, las preocupaciones son compartidas, pues imagino a los padres de la otra persona que también estarán preocupados.
En Barcelona ya perdimos el contacto, hablé por teléfono con mi hijo antes de que saliera hacia el aeropuerto y ahora sólo me toca esperar a que me mande noticias de su llegada, aunque creo que tardarán en llegar, pues el viaje es muy largo y no sé cuando llegan y cómo podrá comunicarse conmigo. Hacían escala en Moscú, allí les tocaba esperar 13 horas hasta tomar el enlace a la India y empezar la nueva aventura.
A menudo cuando él y yo hemos hablado de algún problema me dice que no me preocupe por él. Y yo le digo que es imposible no hacerlo en la vida, que si quieres a una persona es inevitable el dejar de preocuparse por cómo estará y cuáles son sus deseos e ilusiones.
Aún siendo una persona bastante tranquila, no puedo evitar el preocuparme…pero ante todo, deseo con todas mis fuerzas que lo pase bien, que sea feliz allá a donde ha ido, que aprenda cosas nuevas y que ello le haga aún mejor persona.
Y aquí estaremos sus hermanos y yo esperando sus noticias y deseando su vuelta para poder hablar con él, abrazarle y conocer a través de sus ojos ese lugar tan especial de debe ser la India.
Y detrás viene el hijo menor, el adolescente de 14 años que va pisando fuerte en carácter.
Con el tiempo él también me dirá que coge la mochila y se irá por una temporada a un país remoto a pasar unos días.
Este ha podido disfrutar más de su niñez porque sus hermanos ya estaban más asentados, pero también la situación familiar le ha hecho crecer antes que los demás niños.
El tiempo dirá qué le deparará la vida.
Y en unos años, aquí, en casa, seguiremos dos personas de forma invariable, algo más viejos pero juntos, mi hijo mayor y yo. Acompañándonos, caminando juntos de la mano, siguiendo con nuestra vida y deseando que sus hermanos vayan desplegando las alas poco a poco para que ellos realicen su propio vuelo.
uxue