Laguna de bercianos, León
Hace tiempo que tenía ganas de hacer algunas etapas del camino de Santiago.
Mi objetivo era recorrer parte del camino y ver qué se siente, cómo influye en la vida de quien lo recorre.
Cuando leí en el blog de Jabo, invitando a compartir con él una etapa, me animé y acepté.
La mejor oportunidad para mí era en Semana Santa, pues estaba libre unos días y así lo planeamos.
Qué acierto fue el tomar esta decisión!!
Mi amigo tenía razón, el camino cambia, ayuda a ver y replantearse las cosas de una manera diferente,…
¡Es toda una experiencia que merece la pena vivir!.
Jabo, En su blog "Sé positivo siempre", comparte con todos una descripción exhaustiva de cada etapa, para quien desee disfrutar del recorrido leyendo. También, para quien se plantee hacer el Camino de Santiago y sepa mejor qué neesita, a dónde ir.
Es un complemento que ayuda mucho a tener una visión más detallada de cómo es el recorrido, por dónde se pasa, los albergues y lugares que merece la pena ver. Dando su opinión del viaje.
Aquí voy hablar de lo que he sentido y cómo me ha afectado emocionalmente.
Las seis etapas eran del 4 al 9 de abril, ambos inclusives. Hicimos 200km en esos seis días.
Fui en el autobús de mi pueblo a Bilbao y allí enlacé con otro que me dejó en Burgos donde empezaría nuestro recorrido.
Jabo y yo nos vimos por primera vez en el banco de la catedral. Nos saludamos y seguido emprendimos una nueva aventura, llena de ilusiones y a la vez expectante por todo lo que pudiera pasarnos.
El tiempo acompañaba al principio, sin embargo, a medida que pasaban las horas empezó a llover. La mochila empezaba a molestar debido al peso, pero seguimos adelante con nuestra marcha, bastante rápida al principio, conociendo cosas nuevas en cada pueblo que pasábamos, así como hablábamos de cada uno para saber más del otro aparte de lo que ya sabíamos del blog, pues íbamos a estar juntos seis días.
Yo de la historia de España estoy bastante pez , Jabo me iba informando de lo que veía, basado en su extenso conocimiento de la historia y la pasión que ponía en todo lo que veía y que me transmitía con sus pacientes charlas.
No sabía qué sucedería en el viaje, es complicado al viajar por primera vez con una persona, desconocida para mí en varios aspectos.
También es complicado cuando uno desconoce si el cuerpo va a responder al desgaste diario de las caminatas con la mochila.
Es un riesgo que uno decide tomar y que acepta con ilusión para poder aprender y valorar mejor lo que se tiene.
El primer día fue cansado por la larga caminata después del viaje en el autobús. Al llegar al destino de ese día nos felicitamos por haber logrado superar ese primer trayecto.
El segundo día fue uno de los más duros.
La etapa era un par de kilómetros menor que la anterior y de las que le seguirían, pero había más pendientes, lo que dificultaba el viaje.
En esta etapa se dio un suceso que nos impactó fuertemente a ambos. Un peregrino murió de repente en el camino, cuando llegábamos a la par suyo acababa de desplomarse en el suelo.
Es duro ver cómo se va la vida de una persona; como, a pesar del intento de reanimarle entre varios peregrinos, no se pudo salvar.
Un hombre de 55 años que, quizás, saldría de su casa con ilusión de conseguir una nueva meta en su vida, de cumplir una promesa, o de disfrutar de unos días y de compartir con otros peregrinos una experiencia especial.
Este suceso nos marcó bastante ese día y ya formaría parte de nuestros pensamientos en los siguientes.
Cuando confirmaron la muerte de este hombre me quedé con una sensación de irrealidad, porque cuesta creer que una persona, a quien aún le queda tanto por vivir, se vaya de repente.
A la vez uno se plantea, que la muerte forma parte del camino, de la vida y que puede darse en cualquier momento.
Me hizo reflexionar en lo efímera que es la vida. En el poder que tiene la muerte y con qué fuerza puede sorprendernos.
Es cuando uno se hace más consciente de lo que "posee" en ese momento: La vida.
Una vida que no es para siempre, que debe disfrutarse y sentirla a tope mientras tengamos el privilegio de vivir y sentir.
La vida se nos ofrece de manera temporal. Respiramos, sentimos,... estamos vivos.
No decidimos cuando ni como dejaremos de existir.
Pero sí que podemos decidir qué hacer con ella y cómo vivirla mientras exista.
Nosotros recorremos el camino, somos los peregrinos de nuestra propia vida. En nosotros está el darle un verdadero sentido y hacer que haya merecido la pena, independientemente del tiempo que haya durado
Es el tiempo vivido lo que cuenta, la calidad,…más que la cantidad.
Esas fueron las reflexiones que me iba planteando en el camino y, en este momento, mientras recuerdo lo que sucedió ese día.
A medida que pasaban los días dejé de preocuparme por mi condición física, las fuerzas me acompañaban y respondía bien.La mochila me hacía daño, pero descansando un poco se retomaba de nuevo con fuerza.
Mi mayor hándicap del camino fueron los pies. Son los que más problemas me dieron.
Me salieron algunas ampollas que me daban guerra pero las soportaba. Lo peor fue que en las mayores heridas fueron alrededor de las uñas y yo iba viendo como día a día iban empeorando.
En la cuarta etapa muy dura, hicimos 24km con nieve y frío. Se nos mojaron los guantes, no había descanso hasta el siguiente pueblo que estaba a 19km y eso hizo que se agravara la situación con mis pies. Por lo que se decidió que al día siguiente iríamos a urgencias para que me vieran y según lo que me dijeran me volvía a casa o iría en autobús hasta el punto siguiente donde nos juntaríamos para descansar. Jabo lo haría andando y yo en el autobús.
Esa noche la pasé bastante mal. Me dolían los pies, sentía cómo se intensificaba el pulso ahí mismo.
No podía dormir,…todo eso, acumulado a la tensión del día y a la tristeza que me iba invadiendo, por no poder seguir, hizo que me derrumbara esa madrugada, intentando afrontar ese momento y lo que sucedería.
Y después del desahogo, breve y silencioso, me relajé y dormí bastante bien.
mis pies
A la mañana siguiente fuímos al pueblo andando a urgencias. El primer tramo era de 13 km y deseaba hacerlo andando. Saqué fuerzas y allá que tomé el palo y de nuevo a caminar.
A medida que íbamos recorriendo esa etapa iba sintiendo las heridas, que me había vendado yo misma para intentar amortiguar los pasos que daba.
La música formaría parte de mi viaje. El tiempo que íbamos separados y en silencio, que solía ser largo, los aprovechaba para escuchar canciones suaves, que me relajaban, me ayudaban a pensar y a olvidar el dolor de los pies.
Después de recorrer unos kilómetros de esta penúltima etapa me doy cuenta que estoy mejor, que apenas siento dolor y me animo.
De repente, sin motivo aparente,…dejó de dolerme. Sentía los pies, pero ya no me dolía.
Me sentí más ligera y animada. Volví a tener esperanza de continuar.
A partir de ese momento luché con más empeño por lograr este pequeño sueño.
Le comenté a Jabo de no ir a urgencias, cosa que no aceptó. Así que llegamos a Sahagun, al centro de salud.
Allí me miran y me dicen que tengo que tomar antibiótico, que puede haber infección. Que seguramente perdería un par de uñas y que me miraran cuando llegara a casa. Yo insisto en que estoy mejor, que me venden y que sigo el recorrido.
La doctora me dijo que no me beneficiaría continuar, pero que era mi decisión.
No lo dudé ni un momento, tomé mi mochila y animada salí del centro a la farmacia y luego continuar con el recorrido.
La doctora se equivocó. Puede que los pies no se beneficiaran con otros 33km de ese día, pero mi determinación por seguir, la ilusión que le puse a esa etapa, hizo que mereciera la pena.
Fue increíble!!.
Inexplicablemente, cada vez me iba sintiendo mejor. Los pies apenas me dolían y me notaba más fuerte a medida que seguíamos el recorrido.
Ahí es donde me di cuenta del poder de nuestra mente, de lo que somos capaces de hacer si de veras nos lo proponemos: …querer es poder…
Tengo que agradecer a mis amigas que me animaban con sus mensajes de apoyo, y que me llegaban justo en el momento apropiado. Me hacían sonreír y me daban fuerzas para poder continuar.
Han sido mi fuerza en los momentos más difíciles y junto a mi determinación e ilusión, han contribuido a que sea posible.
La última etapa, la más larga, de 40km, fue fantástica. Ya estaba segura de que lo lograría. El bache había pasado y lo había superado.
Sentía una mezcla de ilusión y de previa añoranza por algo que se terminaba y a la vez una gran satisfacción personal por lo logrado, y por lo vivido,…
Es una sensación maravillosa la que se siente cuando uno tiene confianza y lo consigue con esfuerzo.
Y para terminar, quiero agradecer especialmente a Jabo, el amigo que ha hecho que esto sea posible, por darme esta gran oportunidad y por acompañarme en todo el recorrido.
Me vi a través de la opinión del amigo que me apoyaba y me reprendía si no veía adecuada mi forma de actuar.
Hubo muchas conversaciones, muchos silencios, muchas risas,…
Hubo también momentos en los que no estábamos de acuerdo y que nos afectaban…
Sé que a veces no ha sido fácil para ambos, sin embargo, hemos luchado y salido adelante con el apoyo del otro
Y todo eso también formó parte del conocimiento mutuo de dos personas que se aprecian y se respetan y que formará parte de la vida de cada uno de los dos.
Gracias...
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