miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un extraño suceso


Hoy ha sido un día diferente. Ha sucedido algo que ha alterado la tranquilidad y ha cambiado la rutina del pueblo y de su gente.


Por la mañana, cuando salía hacer unos recados a otro pueblo, en el portal una vecina me daba la noticia. Le dije que no sabía nada de lo que había sucedido y entonces ella me explicó que en el parque donde juegan los niños habían encontrado a un hombre ahorcado.


Me he quedado muda, sin saber qué decir. No es la primera vez que alguien se ahorca por esta zona, pero lo hacen en los montes, fuera del pueblo y no en un parque infantil utilizando un columpio como soporte.


Cuando iba en el coche justo tenía que pasar por ese sitio porque es el que me viene de paso y no espero los semáforos de la salida del pueblo.

Al pasar por el parque estaba la ertzaintza investigando, había una sábana blanca colgada en el columpio, pero por suerte el cuerpo ya lo se lo habían llevado, por lo menos eso creo porque no me quedé a mirar. No me gusta andar husmeando en esos lugares cuando sucede algún accidente o algún contratiempo. Yo pasé al ritmo de siempre y es lo que se veía porque es lo que más resaltaba.


Hice los recados sin pensar de nuevo en ello hasta volver a casa que tuve que pasar de nuevo por el lugar y que ya estaba desierto.


La conversación del día ya se imaginaba uno cuál sería:

Quién era?, De dónde? Su edad?, …etc.

Nada más sé que ha sido un hombre de unos 35 años, todavía joven y con mucha vida por delante.

Lo principal es que una persona joven, en un momento de “locura” y que sólo él sabría las causas, ha perdido la vida.

Qué habrá pasado por su cabeza y en qué situación de desesperación se tenía que encontrar para hacer algo tan drástico.


El parque es por el que paseamos todos los días y esa misma tarde tendría que pasar por ahí de nuevo, pero esta vez sería a pie y en el lugar exacto donde ha sucedido todo.


El día estaba claro y sin nubes, era una tarde para jugar en el parque y que generalmente está lleno de niños jugando en los columpios y los padres sentados en los bancos o con ellos.


A la ida no había nadie, parecía un parque fantasma. Los columpios no se movían. Todo se veía como siempre, pero no era un parque igual, algo había cambiado, alguien había puesto fin a su vida en ese lugar sabiendo que los niños solían jugar allí.


Más adelante, justo al lado de la fuente donde mi compañero de paseo bebe siempre, había gente en los bancos. Eran mayores, no había niños.

Hablaban bajo, en un murmullo. Yo tenía puesta la música que llevo para relajarme en los paseos y no les oía, pero no habría hecho falta, se intuía la conversación, las preguntas que se hacían entre sí y las conjeturas de la gente sobre lo que ha sucedido.


El paseo lo hemos dado como siempre, a paso ligero, disfrutando del paisaje y con los ruidos de mi compañero que rompían con el silencio del lugar.


Durante el recorrido pensaba que tardarían un tiempo los niños en volver a los columpios.

Recordaba lo que una chavala de trece años me dijo esa tarde antes del paseo, me dijo que ella ya no volvería a ese parque. Ella se da más cuenta de las cosas y el miedo a este tipo de sucesos les afecta más que a los más pequeños.

Yo le he dicho que ahora es normal que diga eso, pero que en un tiempo se olvidará y seguro que vuelve al parque. Ahora todo está muy reciente y es normal que sienta ese temor de jugar en ese lugar.


Cuando damos la vuelta hacia casa pasamos de nuevo por el parque. En los bancos cerca de la fuente había más gente que hablaban entre sí, lo hacían muy despacio y apenas se les oía.


Nosotros seguimos adelante porque estábamos cansados y queríamos llegar a casa ya.


Al acercarnos al lugar de los columpios me llevo una grata sorpresa, y es que había niños jugando en el parque.

Columpiándose en el parque. Y también se montaban en el mismo columpio donde sucedió todo.

Estos niños eran más pequeños, que probablemente no sabrían lo sucedido, pero sus madres sí lo sabían. Ellas han decidido que sus hijos fueran al parque y jugaran como si fuera un día normal.


Me ha gustado mucho verles jugar allí, oír sus risas y comprobar la valentía de estas madres y estos niños que no han renunciado a jugar y divertirse en ese parque por lo que había sucedido.


Pienso que en un par de días todo irá a la normalidad y los niños que no han ido hoy, al ver a sus amiguitos volverán de nuevo a disfrutar de ese maravilloso lugar en el que uno se columpia mientras respira aire fresco y contempla las montañas.


Puede haber algo que rompa la rutina y la tranquilidad, pero nada se detiene.


No hay vuelta atrás y la vida continua.



uxue


lunes, 21 de septiembre de 2009

Control de móvil

Después de leer a mi amiga Gloria en sublog sobre una llamada de humor al 091, me ha venido a la mente esto que escuché hará un tiempo y que me hizo mucha gracia:

viernes, 18 de septiembre de 2009

Un paseo pasado por agua, y la fiesta del pijama



Hoy el paseo ha sido pasado por agua.


En todo el día y parte de la noche de ayer no ha parado de llover. Lo hacía con bastante intensidad.

La tormenta también ha sido nuestra compañera de viaje, los truenos sonaban cada dos por tres mientras andábamos peleando con la lluvia y el paraguas e intentando mojarnos lo mínimo, cosa imposible porque llovía mucho y de forma rápìda.


Durante el paseo hemos visto los ríos que llevaban mucha agua y con peligro de desbordarse en más de un sitio.


No era un día para caminar, pero quién le dice a mi compañero que llueve demasiado y que no hay paseo. Es imposible, ya que para él es sagrado y no hay nada que le pueda hacer cambiar de idea.


Cuando íbamos por la parte del parque pisamos bastantes balsas de agua, ya que, debido a la cantidad de lluvia que caía, no le daba tiempo a las alcantarillas a recoger todo el agua.

Era inevitable no pisar los charcos, y cada dos por tres nuestros pies estaban bajo el agua.

Sentía los pies húmedos a través del zapato y los calcetines, e imagino que mi amigo también pues al llegar a casa ambos los teníamos mojados.


En el trayecto no vimos a nadie que fuera tan “loco” como nosotros de pasear con esa tromba de agua.

El día ya se va notando y cada vez es más corto, pronto nos tocará hacer el recorrido a oscuras, pues anochece mucho antes y cuando cambien la hora se notará más aún.


Nada más llegar a casa nos hemos cambiado de ropa que teníamos todo empapado, el paraguas aunque es grande no nos tapa a los dos lo suficiente como para no mojarnos.



Este fin de semana son las fiestas de este barrio, son las más entrañables para mi gusto.

Las organizan los jóvenes del pueblo y hoy viernes es el día del pijama.

Los chicos suelen salir a la calle en camisón pintándose con pecas, pinturetes, y poniéndose trenzas de niña. Las chicas suelen ir en pijama de caballero.


Hay romería y sobre las doce de la noche es el baile de la patata, donde las parejas (Deben ir en pijama, o camisón) se colocan una patata en la frente y se ponen a bailar al son de la música. No se puede tocar la patata y la pareja que aguante más con la patata en la frente sin que se caiga mientras van tocando las distintas canciones esa pareja es la que gana.


La gente se divierte mucho, y las parejas hacen cualquier cosa por evitar que se caiga la patata, eso sí, siempre sin tocarla que allí están los jueces que lo controlan y no pueden hacer trampa.



El baile de la patata


Mañana es el día de los disfraces. Cada año se pone un tema de disfraz y este año el tema es la televisión. Se suele premiar al más original y gracioso.


Durante el fin de semana también hay juegos de niños y más actividades para divertirse tanto niños como adultos.

Son unas fiestas diferentes a las típicas de otras. Aquí no hay botellón, ni malos rollos. Todo el mundo se conoce y son unas fiestas en las que participan tanto los niños, como los jóvenes.


Este año como está lloviendo tanto la música la pondrán aquí abajo, en el probadero. Es donde se realizan las pruebas de bueyes y se utiliza también en estas ocasiones cuando llueven y así la gente puede divertirse sin mojarse.


Mis hijos ya están con los camisones puestos listos para salir y divertirse. Mañana no sé de qué se van a disfrazar. Se lo pasarán bien y eso es lo importante.


No hay lluvia, ni tormenta que impida a los jóvenes de este pueblo a que salgan en camisón o pijama a la calle y disfruten a tope de estos días antes de ponerse en serio con los estudios que los acaban de empezar.


Sigue lloviendo y sigue tronando. Enseguida apago esto y leeré un rato antes de acostarme que mañana me espera doble paseo y con la pinta que tiene el tiempo seguro que no para de llover.



uxue

martes, 15 de septiembre de 2009

Por culpa de una polilla



Durante el día he visto en más de una ocasión una polilla revolotear por la cocina. Cogía el trapo y la intetaba atrapar, pero no había forma.
Cuando pensaba que la había matado, me sentaba tranquilamente y al rato salía de nuevo de su escondite.

Después de la vuelta del paseo empiezo hacer la cena y veo otra vez la poilla, encima parecía más grande. Deben crecer a marchas forzadas.
Empiezo al ataque de forma insistente, pero nada que no hay forma.

En un momento se posa en el techo y pienso utilizar la escoba para atraparla, pero me decido por otro método para cazarla pues igual se me escapaba.

Ella estaba quietecita y yo no dejaba de mirarla. Así que tomo una silla de madera de la cocina y la pongo a la par de la polilla.
Me subo y con un trapo la intento dar. Cuando de repente pierdo el equilibrio, la silla se cae y yo me veo volando por los aires directa al suelo.
Mientras me caía me ha dado tiempo en pensar en que el golpe era inevitable. La silla se cayó y se había roto el respaldo. Yo me doy contra la silla y en el suelo de terrazo.
Me he pegado un porrazo tremendo. Las contusiones han sido en varios sitios. En el trayecto, y por evitar el típico culetazo, me movi y el golpe ha sido en la cadera.

Cuando aterricé me he quedado ahí parada pensando si me podía mover.
Tenía raspazos por varios sitios del cuerpo, y los moratones saldrán mañana seguro.
Respiraba y podía moverme, así que me he relajado y pensaba en la locura que acababa de hacer por culpa de una polilla y mi terquedad de quitarla del medio.

Desde el suelo miro al techo y veo ahí quietecita la polilla.
Qué rabia!!!!...
He cogido la escoba y la he quitado del medio sin contemplaciones.

Cuando viene mi hijo menor a cenar mira la silla y se me queda mirando a mí queriendo saber por qué estaba rota. Le digo que no pregunte pues imagino la reacción.
Me dice que no se reirá y le cuento lo que ha pasado.
Se ha reido, ...

Luego llega el otro hermano y ve la silla, yo no le quiero contar nada, pero el otro se levanta de su sitio, se sube a la silla y lo escenifica para que sea más evidente.
Éste también se rie...

El más formal ha sido mi hijo mayor que no le ha extrañado ver una silla rota y no se ha reido.

Ahora me duele toito por culpa de la dichosa polilla.

Seguro que esta noche me voy acordar de ella, de la escoba que no cogí al principio y de la silla tentadora que hizo que me subiera y luego me cayera.


Ayyyyyyyyyy!!!

uxue



domingo, 13 de septiembre de 2009

A tientas



Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.

"A tientas"
(Mario Benedetti)

sábado, 12 de septiembre de 2009

Para Elisa-Piano music

"Algunos persiguen la felicidad, otros la crean”


jueves, 10 de septiembre de 2009

Disfrutar más del tiempo

 

Esta tarde,  mientras esperaba el autobús, leía una revista de psicología. 
En ella un artículo hablaba de la relatividad del tiempo. De cómo para unos pasa más rápido que para otros y de cómo disfrutar lo máximo de él.

Ponía que si hacemos cosas nuevas, si visitamos sitios diferentes, este tiempo se hace más lento, pues todo es nuevo para nosotros y lo disfrutamos más.

Mientras leía iba pensando en lo que ponía y me daba cuenta de un detalle, y es que este verano he podido comprobarlo:
Los últimos años iba de vacaciones al mismo sitio, hacía las mismas cosas. Todo formaba parte de la misma rutina y cuando quería darme cuenta ya estaba de vuelta en el coche para casa.

Este año he ido sólo cinco días a los Pirineos, pero al ser todo nuevo he disfrutado de cada momento, he experimentado nuevas cosas y  se me ha hecho más largo. Estos cinco días los he vivido de forma intensa y los he disfrutado a tope.

A veces me ponía a pensar en cuántos días había estado allí y se me hacía increíble el que sólo estos cinco días hubieran supuesto mucho más que tres semanas en el pueblo.

En este mismo verano fui en otro viaje a Huelva a visitar a mi amiga Gloria. Y me ha sucedido algo similar. 
Cada día era una nueva experiencia y disfrutaba de ello.

Este ha sido mi mejor verano en muchos años, y al leer la revista me he dado cuenta de uno de los motivos, y es que esas dos semanas han supuesto más que meses aquí viviendo de forma rutinaria.

Me he puesto a pensar en algo que en más de una ocasión me ha sucedido, y es que cuando hacemos un viaje nuevo se nos hace más largo que a la vuelta. La distancia es la misma, pero la sensación del tiempo transcurrido no es igual. 
A la vuelta ya no nos preocupamos en mirar el paisaje, ya no disfrutamos de él porque lo conocemos, ya sabemos cuando llegamos y sólo nos dejamos llevar sin darnos cuenta hasta nuestro destino.

Recuerdo que de niña el tiempo se nos hacía largísimo, los años apenas avanzaban y seguíamos en la escuela y con ganas de terminar y hacernos mayores.
Todo lo que veíamos y aprendíamos era nuevo y lo absorbíamos como una esponja. 

Ahora de mayores el tiempo se nos va volando, los años pasan sin darnos cuenta. Retenemos mucho menos de como lo hacíamos de niños. 
Si a eso le añadimos que siempre estamos corriendo, con una agenda interminable, con apenas tiempo para disfrutar o relajarnos, pues entonces nuestro tiempo se nos va de las manos sin darnos cuenta.
En el artículo recomendaban de hacer cosas diferentes, cosas nuevas, para poder vivir mejor ese momento y que no se nos vaya sin darnos cuenta.

Me ha gustado mucho este artículo y me ha dado qué pensar. 

Termino con un párrafo que pone en ese artículo y que comparto. Ojalá fuera capaz de ponerlo en práctica y así poder disfrutar mejor de mi tiempo presente, el hoy:

_Vivir el “aquí y el ahora” de nuestra experiencia, en vez del “allí y entonces” de nuestros pensamientos, alarga el tiempo exactamente de la misma forma que lo haría una nueva experiencia, ya que al prestar más atención a lo que estamos viviendo, captamos más impresiones-

uxue
 

martes, 8 de septiembre de 2009

"Las cuatro estaciones" Fragmento " Otoño" de Vivaldi

"El mantenimiento de la paz empieza con la satisfacción de cada individuo"
(Dalai Lama)

jueves, 3 de septiembre de 2009

¡Hey, hey, sonríe!...


¡Hey, hey, sonríe!
más no te escondas detrás de esa sonrisa...
Muestra aquello que eres, sin miedo.
Existen personas que sueñan con tu sonrisa, así como yo.
¡Vive! ¡Intenta!
La vida no pasa de una tentativa.

¡Ama!
Ama por encima de todo, ama a todo y a todos.
No cierres los ojos a la suciedad del mundo,
no ignores el hambre!
Olvida la bomba, pero antes haz algo para combatirla,
aunque no te sientas capaz.

¡Busca!
Busca lo que hay de bueno en todo y todos.
No hagas de los defectos una distancia,
y si, una aproximación.

¡Acepta!
La vida, las personas, haz de ellas tu razón de vivir.

¡Entiende!
Entiende a las personas que piensan diferente a ti, no las repruebes.

¡Eh! Mira...
Mira a tu espalda, cuantos amigos...
¿Ya hiciste a alguien feliz hoy?
¿O hiciste sufrir a alguien con tu egoísmo?

¡Eh! No corras...
¿Para que tanta prisa?
Corre apenas dentro tuyo.

¡Sueña!
Pero no perjudiques a nadie y
no transformes tu sueño en fuga.

¡Cree! ¡Espera!
Siempre habrá una salida,
siempre brillará una estrella.

¡Llora! ¡Lucha!
Haz aquello que te gusta,
siente lo que hay dentro de ti.

Oye...
Escucha lo que las otras personas
tienen que decir, es importante.

Sube...
Haz de los obstáculos escalones
para aquello que quieres alcanzar.
Mas no te olvides de aquellos
que no consiguieron subir
en la escalera de la vida.

¡Descubre!
Descubre aquello que es bueno dentro tuyo.
Procura por encima de todo ser gente,
yo también voy a intentar.

¡Hey! Tú... ahora ve en paz.
Yo preciso decirte que... TE ADORO,
simplemente porque existes.


"La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida...
antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos..."


(Charles Chaplin)


martes, 1 de septiembre de 2009

Se reanudan los paseos

Esta tarde durante el recorrido

Hoy ha sido el primer paseo de esta nueva temporada.


Bajé a esperar a mi compañero antes de la hora acordada. Tenía ganas de reanudar los paseos y a él también se le veía con ganas de andar.


Hoy, por ser el primer día, nos ha sorprendido la lluvia. La gente llevaba el paraguas abierto, pero yo me resistía abrirlo.

La lluvia era continua pero no intensa, así que hemos hecho el recorrido sin abrir el paraguas y sintiendo cómo nos caía el agua poco a poco.


Mi compañero estaba con ganas de caminar y al principio me llevaba de la mano él a mí a un paso rápido. A medida que íbamos hemos bajado el ritmo un poco, aunque ha seguido siendo bastante ligero.


El recorrido ha sido el de siempre. Las paradas han sido las mismas, la misma fuente y los mismos sitios donde cruzar la carretera.


En el trayecto he visto que en los zarzales había moras negras. A mí me gustan mucho y todos los años suelo comerlas. Este año aún no las había probado y quería comer algunas.


Pensé hacerlo a la vuelta para no alargar el paseo y

que mi compañero se alterara.


Cuando quise coger las moras él me apuraba con la mano para que nos fuéramos.

No es bueno cambiar las rutinas y no deseaba tentarle a la suerte. Así que sólo he podido coger tres moras, que por cierto eran muy pequeñas.


Me han sabido a poco, pero no me ha importado.

Mañana cogeré alguna más, si es que puedo.


Mientras paseaba pensaba en mi viaje a Huelva y me he acordado de un búho que mi amiga Gloria y yo compramos en Portugal.


Este búho es una figura que cambia de color según el tiempo que hace. Si el clima es seco está azul y va cambiando a tonos rosados a medida que cambia el clima.


Allí estuvo siempre azul, y cuando llegó aquí siguió azul por unas horas, pero en cuanto empezó a notar la humedad del lugar cambió enseguida.


Aquí, en el tiempo que le tengo, ha cambiado más de cuatro veces de color. También se ha puesto azul, pues ha hecho días buenos y no falla el bicho.


Ayer mi amiga me dijo que a ella no le ha cambiado de color debido al calor que hace allí y a que no cae una gota.

Yo le respondí que aquí el búho tiene que trabajar lo suyo, pues cuando menos se espera está en rosa –morado anunciando el mal tiempo.


El búho trabajador...moradito por el día lluvioso




Aunque en este verano he andado mucho este primer paseo me ha cansado. Al principio lo he llevado bien, pero este ritmo tan rápido y con un mes de descanso, me ha pasado factura.


Poco a poco le iremos cogiendo el ritmo y nos costará menos, por lo menos a mí, porque mi amigo ni se inmuta, tiene un aguante tremendo.


Tenemos 11 meses por delante para nuestros paseos diarios disfrutando del paisaje y dependiendo del clima.

Habrá días cálidos y lluviosos, días fríos en Invierno,... días de incertidumbre y de esperanza.

Acompañada de la música, de mis pensamientos y de los gritos de mi compañero.


Y sobre todo sintiendo esa mano cálida que he echado mucho de menos y que tanto me reconforta.


Cómo he echado de menos a mi compañero de paseos! Necesitaba el descanso, pero aún necesito más escucharle, verle. Sentir su risa, su mano y sus gritos.


Tenemos once meses por delante, para soñar, sonreír y disfrutar durante el trayecto.



uxue

El lugar que me rodea

El lugar que me rodea