miércoles, 11 de marzo de 2009

Una carta inesperada...




Una carta inesperada…


Como ya dije en el primer escrito pocos recuerdos conservo de esta etapa de Navarra.

A parte del primero y principal, que ya escribí, me quedaré en especial con tres, que son lo que tengo más nítidos.


Uno es el día de mi comunión:


La hice a finales de mayo allí mismo.

Mi madre poco dinero tenía, pero su capricho era el de comprarme ella el vestido y lo trajo para ese día.

Pidió permiso por 15 días ya que mi otro hermano, que estaba internado en Pamplona la hacía el domingo siguiente en su colegio.

Nos regaló la cadena y medalla de oro con nuestro nombre y fecha. Aún la conservo.


Hice la comunión con seis añitos y mi hermano con ocho. Fue un acontecimiento rápido y sencillo, compartido con las demás niñas de mi edad. No recuerdo nada en especial de ese día que pueda mencionar.


El domingo siguiente, en la comunión de mi hermano me vestí de nuevo para la foto típica de los dos hermanitos. Nuestra cara no reflejaba mucho en ese momento, parecíamos más asustados que felices.


Otro recuerdo que tengo claro es el 1 de julio:


Ese día venían dos autobuses llenos de niñas de otro colegio de Madrid a pasar las vacaciones.

A ese colegio es al que iría yo después de salir de Navarra.

El autobús no se iba de vacío, volvía lleno a Madrid con niñas del internado donde estaba yo en ese momento.

Al principio no entendía nada, pero cuando fui siendo algo más mayor me dijeron que esos niños se iban a sus casas en verano, con sus familias.

Nunca llegué a preguntarme por qué no iba yo, imagino que daba por hecho que sería imposible.


El último día de agosto se iban los de Madrid y volvían las niñas que se fueron de vacaciones.


En estos veranos recuerdo que más tarde también llegaban otras niñas., solía ser por agosto. Traían bastantes juegos. Eran de Michelin, y recuerdo sobre todo la rueda negra enorme que se inflaba y se echaba a la piscina. Allí lo pasábamos muy bien con esa rueda, era muy divertido el subir varias niñas encima de ella y caernos de golpe.

Esos días eran especiales y nos entreteníamos más. Todos los veranos esperábamos a que llegara ese autobús con sus juegos, nuevos para nosotros, y así poder divertirnos.


Y mi tercer recuerdo fue la carta…


Allí sólo me escribía mi madre. No lo hacía a menudo, pero cada carta para mí suponía mucho. Apenas la entendía y cuando veía las letras ilegibles me sonreía por su forma de escribir y por lo que decía.


Cerca de los siete añitos me llega una carta diferente. Muy bien escrita, con bonita letra y se entendía perfectamente.

Cuando dijeron mi nombre y vi el sobre creí que se habían equivocado de persona. Pero miré bien y era cierto, era para mí.


La abrí expectante y empecé a leerla. Era de un hermano mayor al que aún no conocía, pues se había quedado en un colegio de Madrid.

Me decía que tenía 21 años y que hacía la mili en Madrid. También recuerdo que me contaba que le acababan de operar de apendicitis y que se estaba recuperando.


No recuerdo más de esa carta. Sé que me emocionó, pero no sabría decir el motivo. Pudo ser debido al recibir una carta diferente, o por tener otra persona en mi vida, o por la operación,… no lo sé exactamente.


De este hermano no volví a saber hasta casi tres años después que fue al colegio de Madrid a visitarnos a mi otro hermano y a mí. Allí es donde le conocería por primera vez.


De esa época del internado en Navarra, no recuerdo apenas más. Bueno sí, recuerdo los veranos con mi madre y hermano en las vacaciones, y que nos llevaba de excursiones por varios sitios, en especial a montar en bici a un parque de Pamplona y un recuerdo bonito fue cuando monté por primera vez en la montaña suiza del monte Igueldo de Donosti. Era una vista preciosa. El temor a caerme de esa montaña no impedía que viera ese mar tan maravilloso y que era el recorrido de esa atracción.


De mayor he vuelto a montar y me parece aún más fantástico el paisaje con ese mar.


uxue





2 comentarios:

Mamen dijo...

Querida Uxue, ¡qué dura debió de ser tu infancia! ¡Y qué sola debiste sentirte! Ahora comprendo la fortaleza de tu carácter, tu optimismo tan vital. Sabes lo mucho que te admiro por todo ello. Tus hijos se deben sentir muy orgullosos de ti, estoy segura de ello.
Yo sigo con mi lucha, como ves, aún puedo escribirte. Ya te mantendré informada.
Que el sol ilumine cada día tus ilusiones.

Un beso, querida amiga.

uxue dijo...

Muchas gracias por tus palabras Mamen.
Me alegra mucho que aún puedas escribirme. Ojalá tengas suerte y lo consigas el máximo tiempo posible.
Sé fuerte y no pierdas esa sonrisa que te hace ser muy especial.
Seguiremos contacto, depende de nosotras y ambas lo deseamos.

Un abrazo enorme amiga y hasta pronto.

El lugar que me rodea

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