lunes, 20 de abril de 2009

Reanudando los paseos...



Hoy, y después de más de quince días de descanso, hemos vuelto a los paseos diarios.

Descanso porque mi compañero de paseo se fue por unos días de colonias y aproveché para relajarme haciendo algo diferente.


Aproveché para estar más con las amigas. Nos juntábamos una buena cuadrilla de mujeres en el bar y no parábamos de hablar y reírnos.


En vacaciones me fui unos días a Murcia a casa de una amiga que me había invitado para salir de aquí y cambiar de aires.

Y vaya si he cambiado. El clima es muy diferente y el ambiente también.


Han sido unos días fantásticos y que lo he pasado muy bien con estos amigos que me han acogido tan estupendamente.


Cuando pienso en esta amiga, me asombro de la generosidad que tienen algunas personas. Esta amiga es generosa de una forma natural y admirable. No tiene que forzarlo, forma parte de ella misma el ser así.

Ella lo hace porque así lo siente, sin esperar nada a cambio y se ve que se siente bien siendo así.

Tiene muchos amigos y la gente le quiere mucho. Es una mujer muy extrovertida y con la que pasas unos momentos de lo más divertidos cuando estás con ella.

Sabe escuchar y tiene un don especial para hacerte reir.

Le gusta el arte y la arqueología y en los sitios a los que íbamos me ayudaba a comprender lo que veía y que desconocía.


Ojalá se animen ella y su pareja para venir aquí a pasar unos días y hacer juntos este recorrido que hago todos los días y poder contemplar este paisaje tan maravilloso que hay aquí.


Me han venido muy bien estas minivacaciones, me hacían falta para evadirme unos días y recargar las pilas.


De vuelta a la normalidad, hemos reanudado los paseos diarios.


El clima era gris y lluvioso. Después de tantos días sin andar, costaba seguir el ritmo.

Las montañas estaban tapadas por las nubes. De vez en cuando caía alguna gota, pero en el tiempo que duró el trayecto no ha hecho falta abrir el paraguas.


Durante el paseo pensaba en cómo cuesta de nuevo volver a la normalidad. Todavía mi cuerpo tiende a seguir al ritmo anterior y se resiste a empezar de nuevo con el día a día y su rutina.


Mi acompañante es joven y no le cuesta caminar. Iba contento, a un ritmo ligero y se le veía muy a gusto.

Ha hecho sus paradas de costumbre en las dos fuentes y daba sus gritos habituales durante el recorrido.


Los perros no dejaban de mirarle mosqueados por ese sonido.

Sus dueños les agarraban bien de las cuerdas para que no escaparan y vinieran hacia nosotros.

Es curioso: el chico asusta a los perros con los gritos y luego él les teme y se echa hacia atrás para que no le hagan daño.

Los animales son imprevisibles y eso él bien lo sabe, no se siente seguro con ellos pues no saben cómo van a reaccionar, de ahí que si les ve se eche hacia a un lado para que no se acerquen.


A partir de hoy seguiremos el día a día con los paseos. Poco a poco mis pasos se harán al camino, me iré acostumbrando al nuevo ritmo. Me costará menos y los disfrutaré más.


Y habrá muchos días de cielo azul donde podamos ver las montañas limpias y claras y poder admirar todo el paisaje tan bonito que nos rodea.


Hoy he sentido más el cansancio que otras veces.


Es hora de relajarse y descansar ahora que mi acompañante duerme tranquilamente.


Mañana será otro día. Habrá otro paseo y puede que el sol vuelva a brillar, y con ello recobrar de nuevo las energías para poder caminar.


uxue


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