viernes, 17 de abril de 2009

PAULO COELHO "Como el río que fluye" (fragmento)



Hay momentos en que nos gustaría mucho ayudar a quien queremos mucho, pero no podemos hacer nada: o las circunstancias no permiten que nos acerquemos o la persona está cerrada a cualquier gesto de solidaridad y apoyo.

Entonces sólo nos queda el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar ... sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos.

Si conseguimos actuar de ese modo, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando aparece esa energía, siempre consigue hacer su labor. "El tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. El amor transforma", dice Henry Brummond.

Leí en el periódico sobre una niña, en Brasilia, que fue brutalmente golpeada por sus padres. A consecuencia de ello, perdió los movimientos del cuerpo y se quedó sin habla.

Tras ser internada en el hospital de base, cuidaba de ella una enfermera que diariamente le decía: "Yo te amo". Aunque los médicos aseguraban que no conseguía oírla y que sus esfuerzos eran inútiles, en enfermera seguía repitiendo: "Yo te amo, no lo olvides".

Tres semanas después, la niña había recuperado los movimientos. Cuatro semanas después, volvía a hablar y a sonreir. La enfermera nunca concedió entrevistas y el periódico no publicaba su nombre ... pero queda aquí constancia, para que no olvidemos nunca: el amor cura.

El amor transforma, el amor cura, pero a veces el amor construye trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decidió entregarse por entero. ¿Qué sentimiento complejo es ese que, en el fondo, es la única razón para que sigamos vivos, luchando, procurando mejorar?

Sería una irresponsabilidad intentar definirlo, porque, como todos los demás seres humanos, yo sólo he conseguido sentirlo. Se escriben millares de libros, se representan obras teatrales, se producen películas, se componen poemas, se tallan esculturas en madera o en mármol y, aún así, lo único que puede transmitir el artista es la idea de un sentimiento ... no el sentimiento en sí.

Pero yo he descubierto que ese sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en las más insignificantes de las actitudes que adoptamos, por lo que es necesario tener siempre presente el amor cuando actuamos o dejamos de hacerlo.

Tomar el teléfono y decir la palabra cariñosa que aplazamos. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para más adelante. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en paz. Exigir un derecho que tenemos. Recurrir con frecuencia a la florsitería más que a la joyería. Poner la música muy alta cuando la persona amada esté lejos, bajar el volumen cuando esté cerca. Saber decir "sí" y "no", porque el amor contiende con todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que puedan practicar dos al mismo tiempo. No seguir ninguna receta, ni siquiera las que figuran en este párrafo ... porque el amor necesita creatividad.

Y, cuando nada de eso sea posible, cuando lo que queda solo es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envió en una ocasión:

Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus pétalos.

Sin embargo, la flor seguía soñando: durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que volaban muchas abejas, que acudían, cariñosas, a besarla. De ese modo, conseguía resistir hasta el proximo día, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.

Una noche, al enterarse de la soledad de la rosa, la luna preguntó:

- ¿No estás cansada de esperar?

- Tal vez, pero necesito seguir luchando.

- ¿Por qué?

- Porque si no me abro, me muero.

En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.

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