
Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo
te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.
2 comentarios:
¡Qué bello poema, como todo lo que pones de Juan Gelman!
Gracias por compartirlo.
Me alegro que te haya gustado, es un poema corto y especial, con mucho sentimiento.
Un abrazo Gloria
Publicar un comentario