miércoles, 29 de diciembre de 2010

Pasar Página




Mientras caminaba pensaba en el tema de las relaciones, ya sean de amistad, de familia o de pareja. En lo complejo de cada una de ellas y en lo que puede afectar e influir en las personas implicadas.

Muchas veces sucede que vivimos un momento especial y nos sentimos tan a gusto, que no desearíamos que pasara.

Empezamos a soñar y hacernos ilusiones de lo que podría ser, desearíamos parar el reloj y que el tiempo se congelara en ese mismo momento, en el cual tan bien nos sentimos.

Creemos que lo que nos ocurre es tan bueno y nos hace tanto bien, que a veces cerramos los ojos ante la realidad y “pensamos” que merece la pena lo que se haga por seguir en esa situación.

Podría ser un auto-engaño, pues aún sabiendo que no es lo más apropiado, aún sabiendo que no hay futuro, seguimos soñando y mirando en esa misma dirección, dependiendo de lo que deseemos en nuestra vida.

Y, a pesar de saberlo, elegimos seguir “engañándonos” porque así conseguimos que ese momento perdure.

Y seguimos haciéndonos ilusiones, porque creemos, que es lo mejor, lo que más nos satisface, lo que estábamos esperando, lo que nos hará “felices”, ….

Pero nuestros pensamientos, basados en nuestros deseos, no siempre son reales. No es lo mismo desear que tener.

Nosotros podemos desear algo o a alguien y hacernos ilusiones sobre eso que deseamos, de tal forma que llegamos a pensar que ese deseo algún día se cumplirá y pasa a formar parte de nuestra “inminente realidad”.

Es cierto que en algún momento pueden cruzarse la realidad y el deseo.

Pero...

Y cuando no es así?

Cuando deseamos lo que no tenemos?

Cuando, aún sabiendo que no es posible tenerlo, seguimos confundiendo el deseo con la realidad?

Cuando, aún viendo que debemos romper, no lo hacemos?


Hasta cuando esa farsa interior?

Hasta cuando aguantar para decir Basta?

Hasta cuando romper con ello y empezar de nuevo?

Qué es más importante, la dignidad o el seguir adelante con una quimera, por no dejar marchar aquello que hemos deseado y que pensábamos era lo que más nos convenía y nos haría felices?

Claro que es más importante la dignidad. Eso nos lo dice nuestra mente, que es fría, observadora y que es capaz de distinguir la realidad de la ficción o el deseo.

Pero nuestro corazón, el que goza de esa sensación, el que se alegra de vivir ese momento, el que, a veces, cierra los ojos a la realidad porque no le interesa saber y sólo desea sentir... Nuestro corazón no quiere saber de realidades, quiere vivir, quiere sentir, y le cuesta mucho romper con aquello que ha significado tanto para sí mismo.

Y, al final, la mente vence al corazón, le quita la venda de los ojos y le hace ver, que aunque cuesta dar el paso, es mejor hacerlo cuanto antes.


Es hora de mirar hacia otro lado, de cambiar de dirección,...de pasar de página.


Me viene a la mente un cuento llamado “El buscador” de Jorge Bucay.

En él narra como un hombre va caminando en busca de algo y se sienta en un cementerio a descansar un rato. Mientras lo hace lee las inscripciones de las lápidas y se da cuenta de que la persona que más había vivido apenas tenía once años.

El hombre se queda triste pensando qué maldición habría en ese pueblo para que la gente muriera tan joven.

Y, entonces, se pone a llorar.

Al rato viene el cuidador del cementerio y le pregunta qué le sucede, a lo que él le responde el motivo de su tristeza.

El cuidador le dice que no hay tal maldición y le explica el motivo de la edad tan temprana puesta en las lápidas.

Le cuenta que en el pueblo tenían una costumbre, y era, que cuando alguien cumplía quince años se le regalaba una libreta, que él mismo llevaba colgada en el cuello. En la libreta se anotaba los acontecimientos especiales que habían sucedido en la vida de esa persona: el primer beso, el primer amor, primer hijo, ...todo aquello que de veras ha merecido la pena y que tanto ha significado para esa persona.

Y termina diciendo:


"...Porque ése es el único y verdadero tiempo vivido"



Creo que todos tenemos esa libreta imaginaria. En la cual poder anotar nuestros sueños e ilusiones, nuestros momentos especiales, nuestras dudas y desesperanzas,...
Nuestras vivencias reflejadas a través de los recuerdos.

Pienso que las relaciones con aquellos amigos especiales, los acontecimientos más entrañables con la familia, la relación de pareja, y la ruptura si es que se produce,...
Esto pasa a formar parte de esos momentos que dejan huella en nuestra vida.

Todo aquello que de veras ha merecido la pena forma parte de esa libreta y de nuestro verdadero tiempo vivido.



uxue

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