lunes, 30 de enero de 2012

Carta a Endesa


He recibido  un correo con esta carta , la cual  refleja mucho de lo que pensamos los consumidores de estas compañías, que se lucran a costa de los demás.


Carta de Endesa a usuario canario y respuesta de éste SENCILLAMENTE...
¡¡¡GENIAL!!!


 


  I. (Primera carta de amor)...

 
     "Estimado señor:
 
      Endesa Distribución va a proceder próximamente a la sustitución de su contador de electricidad por uno nuevo que dispone de capacidad de Telegestión, en cumplimiento de la normativa vigente (RD 1110/2007 de 24 de agosto y Orden TC/3860/2007 de 28 de diciembre). El nuevo sistema de Telegestión permitirá entre otras funciones la lectura a distancia de su consumo.

      A lo largo del próximo trimestre, un operario autorizado por Endesa sustituirá el contador que usted tiene actualmente instalado. Si su contador se encuentra en el cuarto de contadores o es accesible desde el exterior de su vivienda, no será necesario que usted esté presente. En caso contrario, el operario se pondrá en contacto con usted para poder realizar el cambio de contador.

      El coste de la sustitución correrá a cargo de Endesa y usted sólo tendrá que abonar una cantidad en concepto de Derechos de Enganche, que según se establece en la legislación actual asciende a 9,04 euros. Por otra parte, el coste mensual de alquiler del contador a aplicar será de 0,81 euros.

      Si necesita cualquier aclaración sobre esta sustitución o desea realizar alguna consulta, puede contactar con nosotros dirigiéndose al Teléfono de Atención de Endesa Distribución Eléctrica 902 509 600. 
Estaremos encantados de atenderle.

      Agradeciendo de antemano su colaboración, reciba un cordial saludo".



     

II. (respuesta. Segunda carta de amor)...

     

"Estimados señores de Endesa Distribución:

      He recibido su amable carta de fecha indeterminada (porque no la ponen) en la que me comunican una serie de hechos consumados basados, naturalmente, en que ustedes como monopolio hacen siempre lo que les sale de los electrones y a nosotros, como miembros de la honorable manada de borregos forzosamente consumidores, nos queda la única opción gozosa de pagar.

      Les dirijo esta carta porque en el texto que me han enviado, como a otros muchos miles de consumidores, supongo, existen algunas cuestiones que me han sumido en un estado de estupor, catatonia y asombro. O dicho de otra forma, que me han fundido ustedes los plomos.

      Porque vamos a ver. Me dicen ustedes amablemente que van a proceder a cambiarme "mi" contador de electricidad. Una cuestión bastante curiosa porque resulta que en el desglose de la factura que les pago a ustedes todos los meses les abono una cantidad en concepto de alquiler de contador. Y digo yo, ¿cómo es posible que les haya pagado un alquiler por algo que  era mío? 
¿Habrán incurrido ustedes, mi querido monopolio, en un involuntario y pequeño error por el que me han estado cobrando indebidamente una modesta pero significativa cantidad a lo largo de los últimos años?

      Sigo adelante con la carta y observo que me cuentan ustedes que el nuevo contador permite la lectura a distancia (es decir, más gente al paro, me temo, maldita tecnología) lo cual, como fácilmente comprenderán, a los usuarios nos la refanfinfla. Dicho de otra manera, que me da igual que lean ustedes el contador a medio metro o desde las quintas chimbambas, a condición de que las lecturas sean las reales.

      Añaden que el coste de la sustitución -en cumplimiento de la normativa legal- correrá a cargo de Endesa. Y digo yo que faltaría más que nos cobraran a nosotros por algo que ni hemos pedido ni maldita la falta que nos hace. O sea, que les agradezco la información aunque me resulte irrelevante.
Lo que me llena de asombro es que me indiquen que "solo" tendré que abonar "una cantidad en concepto de derechos de enganche que según la legislación actual asciende a 9,04 euros". Vamos a ver, querido monopolio, ¿cómo nos van a cobrar a los usuarios un reenganche de un desenganche que ni hemos pedido, ni hemos contratado?
Porque digo yo que porque a ustedes les salga del flujo de electrones cambiar los contadores, como les podría dar por cambiar esas divertidas torretas eléctricas de colorines con las que generosamente nos han adornado las autopistas para mejorar nuestra imagen turística, ¿a mi que me cuentan?
Eso del derecho de enganche, que debe ser un asunto más complejo que el derecho romano, es un devengo que se produce cuando un usuario se da de alta en la red por primera vez o lo vuelve a hacer después de que le hayan cortado la luz por impago.
¿Pero cómo le pueden cobrar enganche a un consumidor que no se ha desenganchado, que está al corriente de sus pagos y que tiene un contrato vigente con ustedes para el suministro en unas condiciones pactadas?

      Es que si tenemos en cuenta que tienen ustedes, un suponer, 600.000 usuarios en Canarias, a casi diez euros por barba, se van a embolsar así como quien no quiere la cosa unos seis millones de euros, que hay meses que no los gana uno, créanme, aunque sea expresidente de Gobierno y además de llevarse 80.000 del ala al año limpios de polvo (aunque no me consta que de paja) cobren por hacer de lobby para algunas de las grandes empresas españolas.

      Lo que ya me descalabra completamente es que añadan -supongo que intentando convertir la carta en un relato kafkiano- que el coste mensual del alquiler del contador a aplicar (un lapsus sintáctico porque en todo caso querrán decir ustedes ·el costo mensual a aplicar del alquiler del contador...·) será de 0,81 euros. A veeeeerrr. Si el contador es mío ¿me van a pagar ustedes 0,81 euros mensuales? ¿O será que realmente el contador es de quien es -es decir, de ustedes- y amablemente me comunican que me van a cobrar esa módica cantidad mensual?. Y si es de ustedes, ¿por qué principian hablando de "mi" contador?

      Queridos amigos del monopolio. No se líen. El contador es de ustedes.
Lo era antes y lo es ahora. Por eso me cobraban antes el alquiler y me lo van a cobrar ahora. Y lo cambian ustedes por imperativo legal, con lo que esa pretensión de cobrarles diez euros a los usuarios me parece sencillamente que es sacar las patas del tiesto y echarle un poco de morro al asunto. Sobre todo porque lo que realmente se callan en su amable carta en las cartas, como en la vida, es más importante lo que se calla que lo que se cuenta- es que el nuevo contador tecnológicamente avanzado que nos están cascando por decisión unilateral les va a permitir a sus señorías detectar a aquellos usuarios -viviendas, oficinas, bares, restaurantes y otros- que están consumiendo ligeramente por encima de la potencia contratada. O dicho de otra manera, que aquellos consumidores que tienen con ustedes un contrato de potencia de 5 kw y resulta que de media están consumiendo un poco por encima -que como bien saben son un porrón- van a tener que pagarles esa energía extra con un sustancioso recargo y, de propina, estarán obligados a realizar un nuevo contrato de mayor potencia. Es decir, que con esos nuevos contadores van a detectar ustedes los pequeños sobreconsumos que ahora se les escapan, van a cobrarlos con banderillas y van a hacer el negocio redondo aumentando el rango de potencia de los contratos. Ustedes lo saben. Yo lo sé. Los usuarios no lo sabían.

      Resulta descorazonador que mientras hacen ustedes todo esto, la gente que se supone que representa los intereses de los ciudadanos sigan discutiendo del sexo de los galgos y los podencos. Si esto fuera un libre mercado, allá penas porque estarían ejerciendo con toda legitimidad sus derechos como empresa y los usuarios estarían en condiciones de elegir. Como resulta que tienen ustedes el monopolio real de la distribución no estamos hablando de un mercado libre y las reglas del juego deben ser distintas.
Desde luego no deberían pasar porque ustedes hagan lo que les salga del forro de los cajones de los electrones y a los usuarios, forzosos, no les quede otra que tragar.

      Les agradezco su amable y distorsionada información en torno a sus planes para apretarnos un poco más los bolsillos, les recomiendo encarecidamente que su grupo de producción compre energías renovables de los nuevos parques eólicos del Cabildo de Tenerife (y de paso quesos, vino, yogures, piensos, vacas... o jugarse incluso unas perritas en los casinos de la casa) y les aseguro que como se les ocurra cobrarme diez euros por un reenganche que no he pedido, pienso acudir a la Organización de Consumidores y Usuarios para que no me hagan ni puñetero caso, perder el tiempo, frustrarme y pensar una vez más que estamos indefensos ante los monopolios, los mercados intervenidos y los ineptos que se suponen que tienen que defendernos.

      Reciban un cordial saludo.

      III. (y una objeción desesperada)

      PD. El número de información al que me indican en la carta que debo llamar (el 902 509 600 de Atención al Cliente de Endesa Distribución Eléctrica) es un call center -como dicen los modernos- que está en Madrid (me gustaría que creen puestos de trabajo donde yo pago, no sé si me entienden). Te atiende primero un sistema robotizado y luego una amable persona que solo acierta a repetir el manual de la compañía que viene a ser:
"Le entendemos, pero le vamos a cobrar. Esto es lo que hay". Ah. Y el número es de tarificación especial, de pago, con lo cual además de esperar, preguntar y no tener respuesta, también terminamos pagando. Por cierto, por mucho que me he leído las disposiciones legales que citan en su carta -y otras- sobre el cambio en los equipos de medidas básicos, por ninguna parte he visto otra interpretación que la de que son ustedes los que deben instalarlos y pagar el coste de la instalación.





lunes, 23 de enero de 2012

The Music of the Night



La noche se agudiza, aumenta cada sensación
La oscuridad se despierta y estimula la imaginación
Silenciosamente los sentidos abandonan sus defensas
Incapaces de resistirse a las notas que escribo ...
Para  componer la música de la noche

Poco a poco, suavemente, la noche despliega su esplendor
Comprender  el sentido, trémulo y tierno
Oír para creer, la música está engañando
Duro como un rayo, suave como la luz de las velas.  
¿Te atreves a confiar en la música de la noche?


Cierra los ojos -
Sólo para sus ojos le dirá la verdad
Y la verdad no es lo que quieres ver
En la oscuridad, es fácil de fingir
Que la verdad es lo que debería ser.

Suavemente, con destreza, que la música  te acaricie
Escuchar su pronunciación, se siente, en secreto posee
Abre tu mente, a tus fantasías relajarse
En esta oscuridad que usted sabe que no puede luchar,
La oscuridad de la música de la noche!

Cierra los ojos -
Iniciar un viaje a través de un nuevo y extrańo mundo
Dejar todos los pensamientos del mundo que conocía antes 
Cierra los ojos -
Y dejar que la música te haga libre.
Sólo entonces podrá usted pertenece a mí

Flotando, cayendo, dulce embriaguez
Tócame, confía en mí, disfruta de cada sensación
Vamos a comenzar el sueńo, deje que su lado más oscuro ceder
A la potencia de la música que escribo,
El poder de la música de la noche!


Sólo tú puedes hacer a mi canción tomar vuelo
Ayúdame a hacer la música de la noche.
Sólo entre todos podremos hacer de éste un sitio mejor
 
(The Music of the Night
Andrea Bocelli)

martes, 10 de enero de 2012

Una Navidad diferente,...un viaje muy especial


En la costa de  Rabat


Esta navidad ha sido muy especial para mí.

Estos últimos años atrás sentía tristeza por estas fiestas.
La tristeza que produce la pérdida de los seres queridos, que nos dejaron y que no podrán volver.
La pérdida de esa niñez plagada de ilusiones, que nos animaba a poner los zapatos en la ventana y soñar con el día siguiente.
La pérdida de la niñez de nuestros hijos, que nos contagiaba de su propia ilusión, haciéndola también nuestra.

Me encantaba ver sus caritas  en Nochebuena esperando al Olentzero, que  venía el día de Navidad a nuestra casa.
Esas caritas llenas de ilusión y esperanza. Cómo les ponían a la noche el turrón y un poco de licor para que el Olentzero se calentara después del largo camino a las casas y poder  hacer realidad esos sueños que tienen los niños y que muchos adultos hemos perdido.

Recuerdo cómo en el caserío, a donde llegaban los reyes,  les ponían turrón en la entrada, la copita de licor y sobre todo lechuga para los camellos, pues de ellos dependía que los Reyes Magos llegaran a los hogares para seguir sin desfallecer.

Esas Navidades desaparecieron hace tiempo, y cada año que pasaba esta ausencia hacía que la ilusión se fuera apagando. Que estos días fueran como una neblina, una luz casi extinguida.


Este año, las Navidades han sido muy diferentes.
 No ha sido una Navidad de regalos, ni de luces brillantes, ni comidas especiales. Han sido especiales para mí porque al fin las he vivido con ilusión y esperanza. Con la ilusión que da la tranquilidad, con la ilusión que da el sentirse bien,…el desprenderse de la mochila que a uno le agobia, de sentirse en paz con uno mismo.
En  retomar el camino que había emprendido hace tiempo y que estaba perdiendo el rumbo haciendo que el cansancio fuera mayor.


Y también han sido especiales porque he hecho un viaje que ha significado mucho para mí. Un viaje que temía hacer, pues nunca había salido al extranjero y la primera vez lo hacía a un país muy diferente al nuestro. 
Un viaje que me ha ayudado a ver la vida de otra manera,  a sentirla de otra forma, y sobre todo, a valorar más a  las personas que más quiero.

 Cómo me alegro de haber seguido adelante!!. Me habría perdido tanto de haberme echado atrás!!!.






Mi viaje fue a Marruecos. Concretamente  dos días en  Rabat, uno en Casablanca y  tres a  Marrakech. En este último lugar es donde más a gusto me sentí y el que más me impresionó, tanto por la gente como por lo que allí veía.

Estaba tentada a escribir un diario con los días que pasé en ese país, qué hicimos y por dónde fuimos,…pero no es lo que deseo contar.  
Lo que de veras me interesa es transmitir mis sensaciones, mis vivencias de esos días.
Aquellos momentos que me hicieron pensar, reír y estar triste por lo que veía o sentía. 
Aquellos momentos  que marcaron la diferencia, los que  hicieron que el viaje fuera tan especial y que ya formen parte de mi recuerdo y de mi corazón.

Hablaré de esos momentos cotidianos, cómo los viví…y cómo ahora, después de un par de días de vuelta, siguen vivos dentro de mí, como si estuviera  allí.

Un momento muy especial fue el día de la partida:
Cuando dejamos a mi hijo mayor en un  Centro especial donde pasaría unos días de colonias. Se quedó muy contento allí, le encanta ese lugar. Le cuidan, le miman y él se deja querer. 
Él no vino de manera física, era imposible, pero en todo momento formó parte de nosotros en el viaje, siempre estuvo presente.  No hace falta tener a esa persona siempre conmigo para sentirla a mi lado,… y él también me acompañó en este viaje.

Seguido fuímos a Bilbao y en autobús rumbo al aeropuerto de Barajas. 

Otro momento entrañable fue cuando nos encontramos en Casablanca con mi segundo hijo, que se había ido una semana antes. Allí  nos esperaba con ilusión y mucho que compartir…y con el cariño que transmitía en lo que hacía y en cómo se había preocupado de todo para que su hermano pequeño y yo  nos sintiéramos a gusto.
Él nos hacía de intérprete, se le notaba la experiencia adquirida de los viajes hechos a la India y a Jordania. Eso me daba seguridad y me ayudó mucho.


Una de las primeras cosas que me impresionaron bastante de ese lugar fue el tráfico. La cantidad de coches que había y la forma de conducir. No había control, los pasos de cebra, aparte de ser escasos, nunca se respetaban.
Este detalle se intensificó aún más en Marrakech, donde personas y automóviles se mezclaban en la carretera. Yo ya no esperaba a que pararan, hacíamos como los demás lugareños, cruzábamos la carretera sorteando los coches, motos, bicis, y carros con o sin caballo, ya que algunos los llevaban las personas con la fruta o cosas que transportaban.
El caos era absoluto en el tráfico, formaba parte de las ciudades que visitamos.
De repente veías a un anciano cruzando despacio la carretera, sin mirar y los vehículos haciendo zigzag para bordearle y seguir su recorrido.
Al final le quité el miedo y ya cruzaba como ellos, pasando entre los coches y viendo que sí podía,…eso me dio la seguridad de sentirme una más en ese mundo caótico que era la circulación  en esas ciudades.


 Marrakech

Otra cosa que aprendí fue a regatear. Era una continua lucha de voluntades entre los lugareños y nosotros  para llegar a un acuerdo.
Aunque ellos rebajaban el producto, al final conseguían lo que querían. Y en más de una ocasión nos engañaron por ello.
Ellos son los expertos en el regateo y aunque pensemos que hemos ganado al conseguir lo que deseamos por el precio convenido, al final me di cuenta que entre tanto tira y afloja de números, uno baja la guardia y ellos acaban ganando. 
Un ejemplo de ello fue  con una tetera que deseaba. Yo no quería pagar demasiado y ellos no querían perdernos como clientes. Después de mucho acordar por el precio, y en un juego de manos que no me di cuenta, me la cambiaron por otra de menor calidad y que metieron en la bolsa que me dieron. Al llegar al hotel me di cuenta del engaño.  Me sentó mal cuando me enteré y le di varias vueltas a la cabeza con el tema.
Al final llegué a la conclusión  que, en cierta forma, estaban en su derecho. Ése es su lugar,  es su vida y  se la ganan vendiendo. Yo, pudiendo comprarlo a su precio, quiero conseguirlo más barato aprovechándome de su necesidad imperiosa de vender, sin valorar lo que cuesta hacerlo.
Fui el burlador burlado, pero lo que ayer me afectó hoy dejó de tener importancia, pensando que en el fondo eso forma parte de su supervivencia y ellos necesitan más ese dinero para sobrevivir.

 
  Marrakech.. en la entrada al barrio judio

Otro de los momentos fue con respecto al cuarto de baño.
En el viaje a Rabat la habitación no tenía baño, estaba al final del pasillo y era de los que no tenían taza de váter, por lo que era muy incómodo y la ducha estaba en el  extremo opuesto. El lavabo estaba en el mismo pasillo común a todos los huéspedes, por lo que si querías lavarte la cara o los dientes lo hacías delante del que pasaba por ese pasillo.
En Casablanca, el baño estaba afuera también, pero más cercano y ya había váter y la ducha estaba más caliente que en Rabat.
Un nuevo logro que me alegró y me hizo sentirme aún mejor.
Y ya en Marrakech, conseguimos lo que deseábamos y de acuerdo a nuestro presupuesto, que era bastante limitado:
El placer de poder disfrutar  de un baño completo en el propio cuarto me hizo valorar más lo que tengo en casa y que por ser tan común aquí apenas nos damos cuenta de lo afortunados que somos con ese simple detalle aquí y no tan simple allí.

Otro detalle de estos lugares era la cantidad de taxis que había y siempre pendiente de llevarnos a un lugar.
Le decíamos que pusieran el taxímetro, pero no había forma.  En Casablanca lo logramos, pero en los demás sitios hubo que pactar el precio antes de montarnos, con un nuevo tira y afloja del regateo, que cada vez nos era más familiar.

En cualquier calle  había puestos, de ropa, de comida, de objetos,… nuevos o de segunda mano,…se vendía de todo…el bullicio era grande, la gente no paraba de un lado para otro,…y en esos momentos,  me invadió otra sensación fuerte y que formaría parte constante de mi viaje a Marruecos, y eran los olores.  Allí  las especias  tienen mucha relevancia, se cocina todo con especias y el olor es bastante intenso. Los olores nos invadían a cada paso que dábamos.  Eran muy variados y a cada cual más fuerte.
Las comidas eran con esas especias y a mí me costaba digerirlas.


A menudo te encontrabas con una mezquita, inmensa en su altura. La vimos  por fuera, ya que estaba prohibido entrar dentro a los de fuera.
En cualquier lugar de la ciudad se oía el aviso para el rezo que se hacían a diferentes horas del día.  El de las 6 de la mañana, en el silencio de la noche, era el primero que escuchaba.


 Mezquita Hassan II (El templo más alto del mundo), de Casablanca

Siempre había alguien del lugar que nos calaba enseguida como turistas y nos seguían de manera constante,  pendiente de hacer de guías para conseguir un dinero. A menudo teníamos que decirles que no, pues si uno se descuidaba estabas rodeado de mucha más gente para acompañarnos.

En cualquier lugar encontrabas gente con la mano extendida pidiendo dinero. Personas enfermas o discapacitadas, apelando a nuestra compasión para conseguir unas monedas que les ayudara a vivir un poco mejor.

Algo que me sorprendió y me conmovió fue el ver a un chico, no mayor que mi hijo adolescente, cómo guiaba del hombro a otro chico que estaba ciego, y éste a su vez guiaba a otro menor,  también ciego. Era un contraste con el bullicio que había en la plaza del zoco, cómo se mezclaban con los demás, andando en silencio, sin pedir, sólo paseaban dirección algún lugar que sólo ellos sabrían.
                                                   

El domingo, después de desayunar se nos acercó una niña con pañuelos  de papel. No molestaba, sólo nos acompañaba alargando la mano.
No se puede dar a todos los que piden, y aunque eso nos daba impotencia teníamos que hacer la vista a un lado e ignorarlo. Pero en este caso no pude, veía  a la niña cómo me miraba y, sin decirme nada, me ofrecía el paquete de pañuelos.
Algo se movió dentro de mí. Les dije a mis hijos que acabábamos de desayunar sin preocuparnos de la falta de  comida,…y no podíamos ignorar esa  niña, que igual no tenía qué comer. Mis hijos opinaron lo mismo y le dimos unas monedas.
 No hubo palabras, pero ambas sonreímos y se fue corriendo a por su madre, pues al fin había conseguido vender un paquete de pañuelos.
 La sonrisa que nos ofreció es algo que tengo en mi mente y que cuando la recuerdo me hace sonreír de nuevo.

Qué poco se necesita para hacer sonreír a un niño, y que pena es no poder hacerlo más a menudo.
  
Otro detalle que me sorprendió mucho y me dio qué pensar, era la educación con que se acercaban a nosotros. Al llegar al aeropuerto un hombre, que nos ayudó a rellenar los papeles para el control de policia, le pidió permiso a mi hijo pequeño antes de dirigirse para hablar con él y hacerle una pregunta. Mi hijo se quedó asombrado por la forma de hablar y la educación que mostró hacia un chico.  Cuando preguntabas algo en el tren enseguida te decían con todo detalle cómo ir, y estaban pendientes de que no te desviaras de la parada. En el tren había mucha tranquilidad, invitaba a relajarte y disfrutando de ese singular y maravillos paisaje lleno de contrastes.

Ahh!!! Y no olvidaré los momentos de descanso, cuando nuestros pies ya no respondían de tanto caminar, entonces nos íbamos al hotel y los tres jugábamos a las cartas, reíamos y protestábamos si no nos salía lo que deseábamos para ganar. Cómo disfrutábamos de  esos momentos! que se repetirían todos los días, incluso en el avión de vuelta a Madrid vinimos jugando a las cartas y riendo.
Era una  manera de prolongar más nuestras vacaciones, esas sensaciones y experiencias que nos acompañaran a los tres; cada uno a su manera y de una forma muy especial.


Pasaron más cosas, muchas caminatas,  mucho que mirar y de qué asombrarnos. Pero lo principal es que estuvimos todos juntos, los cuatro: un hijo en la distancia pero siempre presente, y los otros dos ayudándome, guiándome y haciéndome de rabiar con sus bromas.

Han sido unas Navidades muy especiales que siempre tendré en mi memoria y, sobre todo, en mi corazón.



Marrakech
uxue 

El lugar que me rodea

El lugar que me rodea